miércoles, mayo 13, 2009

EL PRECIO DEL JUICIO


"Basta el instante de un cerrar de ojos para hacer de un hombre pacífico un guerrero."
SAMUEL BUTLER, Poeta inglés.
Autor: LALO VARGAS "El Ronin"
Alex Despertó como todos los días, había programado el despertador y el aire acondicionado, al apagarse este el calor lo sacaba de su estado de letargo, el sueño que sentía no era de cansancio, mas bien se trataba de un sueño de hartazgo, si, él estaba harto, de las deudas, de la rutina, del trabajo, de todo, pero no tenia muchas opciones, mientras siguiera respirando no existirían otras, mucho menos con un estado anímico tan cambiante, casi al grado de la bipolaridad, un día bien otro día no tanto, y esa mañana no se sentía bien, sentía dolor en la mandíbula, seguro le habían dado un golpe en la clase de karate o algo así, además había comido carne y no era muy bueno masticando por lo que no le dio importancia, tomó un baño y se preparó para ir a trabajar.

De camino al trabajo la cabeza le latía de manera similar al ritmo del corazón, los carros no avanzaban y se le había hecho tarde por intentar revisar su correo antes de ir a la oficina, algo estúpido de su parte ya que en el trabajo tenía Internet, llegó corriendo a trabajar y checó con retardo en el sistema de asistencia, eso le costaría un descuento en su nómina, y él con tarjetas de crédito que pagar, ya anteriormente había pensado en la posibilidad de volverse narcotraficante o pistolero, una vida corta e intensa, viviendo al filo de la navaja y sumergido en los excesos, pero se decía así mismo, con dinero de sobra.

Encendió su computadora y revisó si tenía trabajo pendiente pero no encontró nada en su bandeja de correos de la empresa, fue entonces que su jefe lo llamó a la oficina y le pidió salir a dejar unos documentos a una de las sucursales en la ciudad, para esa hora todo el lado izquierdo del rostro le dolía en serio, ese malestar no le permitía pensar con claridad, medio escuchó las indicaciones de su jefe y enfiló hacia la calle para entregar los documentos.

Mientras caminaba hasta su auto le salió al paso un tipo que acercándose le pedía cinco pesos, Alex con una seña le indico que no traía y el tipo lo jaló del brazo y sacó una navaja, amenazó con matarlo si no le entregaba su cartera, Alex no quería problemas, su malestar había aumentado y sus movimientos eran torpes, no se sentía con ganas de emprender una escena de película de acción, pensaba la manera en la que saldría de ese mal rato cuando un izquierdazo del asaltante lo golpeó de lleno haciéndolo caer, el dolor se mezcló con el mal estar que ya tenía y sintió como la cara le latía con fuerza, la temperatura del rostro también había aumentando y en la boca un sabor metálico inundaba sus papilas gustativas, comenzó a salivar mas de lo común, a modo de reflejo escupió en el piso, una secreción rojiza pintaba la banqueta, el asaltante le grita cosas, no las entendía, solo podía escuchar el ritmo acelerado de su corazón, se levantó tambaleante, miró fijamente a su agresor y sacó su cartera, la tiró hacia la calle por donde en ese momento el tráfico era intenso, le dijo al asaltante que si quería la cartera fuera por ella, la frustración del hombre con la navaja fue tal que quiso embestir a su víctima con la navaja, sin embargo Alex ya lo esperaba, solo tendría una oportunidad de defenderse, y no supo si fue el dolor o el coraje que en ese momento circulaba por su cuerpo hasta el cerebro pero logro interceptar el ataque de su agresor, se quitó del viaje de la navaja, atrapó el brazo del ladrón y giro la muñeca de este en dirección contraria hacia a donde había pretendido acertar la estocada.

El movimiento había sido muy rápido, para cuando se dio cuenta se descubrió con la navaja ensangrentada en su mano, miró a quien había pretendido matarlo y este se convulsionaba en el piso con un corte en el cuello, un charco se sangre crecía en torno al cuerpo, Alex lo había hecho todo como le habían enseñado en su clase de karate, la secuencia había sido completa, solo que en su clase el cuchillo era de madera y además la sugerencia siempre había sido entregar todo al asaltante y evitar una confrontación de esa magnitud.

Se quedó mirando el cuerpo de aquel tipo, Alex no sentía nada especifico, tal vez si hubiera pedido una ambulancia lo habrían salvado, pero no, él decidió verlo morir, no supo cuanto tiempo llevaba viendo la escena que él mismo creó, una sirena lo sacó de su letargo, una voz autoritaria le pedía que soltara la navaja y se girara lentamente, la cabeza le dolía aún mas, giró y un policía desde su motocicleta le apuntaba con su arma, la mano le temblaba, era obvio que en su vida de servicio en la corporación el uso del arma nunca había sido necesaria, Alex trató de explicarle , pero el nerviosismo del policía no ayudaba mucho, para ese momento la adrenalina se había apoderado de él y no podía pensar con claridad el instinto era quien gobernaba ahora y no estaba dispuesto a morir a manos de un policía inexperto en el manejo de una pistola, trató de hablar con el oficial y acercarse a él pero el seguro del arma no estaba puesto y su dedo accionó el gatillo, nuevamente el dolor le recorrió el cuerpo, la bala había rozado su brazo izquierdo, descubrió que las heridas de balas no eran cosa de películas, su reacción fue lanzar la navaja contra el oficial, otro disparo se escuchó, fue la reacción del policía al caer de su moto tratando de esquivar el proyectil que le acababan de lanzar, esto le dio el tiempo suficiente a su agresor de correr hasta desaparecer en una esquina de la cual en tan solo unos segundos salió disparado en un Tsuru a toda velocidad, pidió ayuda por radio, subió a su Harley Davison y comenzó una persecución por la ciudad.

Alex manejaba como siempre lo había deseado, se entregaba sus impulsos reprimidos solo saciados en algunos videojuegos, por fin podía golpear a otros autos, ya no le importaba como terminarían las cosas, por el retrovisor confirmaba lo que sus oídos le advertían, la policía estaba tras él, en ese momento la ironía tocó a su puerta y le provocó una sonrisa, hacía apenas unos momentos habían tratado de matarlo y ahora él era el asesino convertido en fugitivo, era estúpido tratar de escapara en su auto, los federales tenían mejores máquinas, los judiciales camionetas y hombres con armas largas, otros andaban en motos, sabía de la ineficacia de la policía pero cuando lograban trabajar sus cerebros podían hacer bien las cosas, trató de pensar rápido, entró al estacionamiento de un mini súper y bajó de su auto un tubo que alguna vez había guardado para defenderse de algún atraco, las sirenas se escuchaban muy cerca y entro corriendo a la tienda, solo estaba el cajero, se acercó a él y le pidió la llave de la puerta, desconcertado en dependiente no sabía que hacer, Alex golpeó el monitor de la computadora que usaban para cobrar, el cajero se tiro al suelo, pedazos de vidrio volaron por el lugar, sintió como el tipo loco que había entrado a la tienda lo levantaba por la camisa y le gritaba que tomara las llaves del lugar y cerrara la puerta, así lo hizo, tardó un poco, el temblor en sus manos no le ayudaban a coordinar sus movimientos, pero al fin lo consiguió, pero en el forcejeo su cabeza golpeó a Alex en la mejilla y este se estremeció de dolor, se arrodilló llevando sus manos al rostro, el cajero pensó en aprovechar esto pero cuando pretendía acercarse al loco que lo había atacado este se paró y lo sorprendió con una patada en el abdomen, el aire abandonó su cuerpo, abría la boca como pez fuera del agua para jalar un poco pero no conseguía lograrlo, rodó por el piso un buen rato, vio como el tipo aquel revoloteaba la zona de medicinas de la tienda, tomó unas pastillas que identificó como medicamento para el dolor y miró como se las tomaba con un Red Bull, mala combinación pensó él.


Alex lo miró y le dijo que se estuviera quieto y todo saldría bien, al dependiente realmente ya no le quedaban ganas de volver a intentar nada en contra de aquel intruso, le dijo que el dinero estaba en la caja que podía llevárselo, pero el tipo le contestó que no era asunto de dinero. La policía rodeaba el lugar, habían tomado posiciones y apuntaban hacia la tienda, Alex estaba sitiado, pensó en salir por alguna puesta trasera pero fue hasta entonces que recordó que por atrás no había cerrado la puerta de servicio por donde se despachaban a los proveedores, corrió a cerrarla pero un agente ya había entrado y se acercaba a él apuntándole, el agente se veía rudo, sabía lo que hacía, le pidió al muchacho que se pusiera de espaldas con la manos en la cabeza, al parecer el muchacho así lo hizo, el agente sonrió coronando su victoria ante un raterillo improvisado, se acercó a él y cuando pretendía esposarlo Alex calculó la distancia del arma del policía quien la detenía con ambas manos y los brazos extendidos hacia el frente, como en las películas, esperó lo suficiente, se giró golpeando el arma del agente para salir de su línea de tiro lo que le permitió tomar la pistola por la parte superior y ayudándose con su otra mano girarla hacia el oficial arrebatándole el arma, ahora él tenía el poder, Alex no bacilo, le pidió al policía que se pusiera las esposas y que se tirara al suelo, este obedeció inmediato, no iba a perder la vida ante un novato, sus jubilación estaba cerca, los actos heroicos habían quedado en el pasado, se tomaría las cosas con calma, y le dijo al muchacho que las cosas no acabarían bien, Alex le dio la espalda y le dijo que eso ya lo sabía, corrió hasta la parte de enfrente de la tienda en donde lo esperaba un pelotón de fusilamiento y cuando quiso comenzar a disparar se dio cuenta que el seguro del arma estaba puesto, la registró rápidamente y a sus espaldas escucho la voz del oficial, le dijo que aprovechara la oportunidad que le estaba dando, que se entregara, que el seguro en el arma era una señal, Alex no le hizo caso y le apuntó, afuera los agentes solo podían ver como el sospechoso apuntaba a uno de sus compañeros quien corría el riesgo de morir a manos de un loco, el agente trató de persuadir de nuevo a Alex pero a la distancia los agentes de afuera vieron otra cosa y un disparo se escapó de una de sus armas, este que fue seguido como un efecto dominó por las demás armas, el concierto atronador de los diverso calibres siendo disparados se combinaba con el sonido de los cristales de la tienda al igual que el sonido de todos los objetos que estallaban en pedazos al paso de las balas se apoderó del lugar, y después un silencio desolador indico el final de la euforia de plomo, dentro de la tienda, en un charco de sangre, Alex yacía con la mirada perdida hacia el techo, el agente que lo había intentado detener se acercó a él y se dio cuenta que el muchacho aún estaba vivo, se hincó ante él y le preguntó cómo se había metido en todo esto, a lo que con dificultad y exhalando su ultimo respiro Alex le contestó,-¡por un dolor de muela, la muela del juicio!.