sábado, marzo 05, 2016

MERCENARIAS DE AFRODITA V

"Las expectativas eran como la porcelana fina. 
Cuanto más fuerte te agarrabas a ellas, 
más probable era que se rompiesen."

BRANDON SANDERSON




V
La cosa se había complicado, ahora mi clienta se encontraba en shock, quiso contratar un detective y solo se topó con un impostor, pero qué puedo decir, imagino que millones de ideas cruzan por su cabeza en este momento, para mí el tiempo se ha detenido, no escucho ruido alguno, pareciera que todo se mueve lento o no sé si es que yo me muevo demasiado rápido, es la velocidad del pensamiento supongo, no me siento bien, miro sus ojos abiertos como platos, puedo adivinar que ha retenido las lágrimas, puedo adivinar como escritor-detective-farsante que soy que en su vida la han decepcionado miles de veces, cualquiera diría que una raya más al tigre y que nadie la notaría, pero están equivocados, uno muere de a poquito cuando lo decepcionan, no sé si es culpa de quien se decepciona o de quien se siente decepcionado porque para empezar no siempre es adrede cometer un acto decepcionante, uno no va por la vida proponiéndose joderle las ilusiones a la gente, podría jurar que en muchos de los casos es un accidente; por otro lado la gente que se decepciona de las personas comete el grave error de crearse expectativas demasiado altas sobre las mismas, piensan que con ello garantizan el proceder de sus "prospectos" a "personas que no decepcionan", es decir, tienen parte de culpa –los que se crean expectativas de otros- al creer que las demás personas vinieron a este mundo a cumplir con sus expectativas por lo que aplicando una filosofía al más puro estilo del Dr. House la culpa la tiene ella por pensar que yo soy alguien que podía cumplir con sus expectativas.

Firmé el libro del Sr. Eulogio se despidió de mí no sin antes felicitarme por mi trabajo, tomó a mí –creo- ahora ex clienta del brazo y esta al retirarse caminando a un lado con el jefe de la policía volteó para regalarme una última mirada.

-Vargas, la has cagado- pensé en voz alta.

            Llamé al mesero para que me diera la cuenta, la aventura de la noche había terminado para mí, en un solo día me había vuelto detective empírico, conseguido un caso y perdido el cliente, todo en menos de 24 horas, la cuenta estaba pagada, “Los ya merito” se habían "mochado", el espectáculo continuaba en el bar y por ende en mi vida debía suceder lo mismo.

            Caminé por la ciudad hasta la oficina, la noche puede tomar muchos matices, dependiendo de cómo te sientas, si estás asustado te pareceré tenebrosa, si estás enamorado te parecerá romántica, si estás deprimido se tornará melancólica y para mí esa noche fue terriblemente melancólica, aquella mujer se me había clavado en el cerebro y en el corazón, cuando llegué a la oficina decidí quedarme allí a dormir, para eso había puesto el sofá grande así que para llamar un poco el sueño me tomé un par de cervezas oscuras y me quedé dormido contemplando una estrella que se veía desde la ventana del edificio.

            En una ocasión, cuando era niño,  según yo dormía plácidamente en mi cama y me había parecido escuchar que mi hermano entraría al cuarto, así que me dispuse hacerme el dormido para después asustarlo intempestivamente una vez que estuviera cerca de mi cama; sin embargo cuando quise realizar mi broma no pude abrir los ojos, y sentí como algo o alguien presionaba mi pecho impidiéndome cualquier movimiento para después escuchar una voz grave que me susurraba algo ininteligible, cuando le conté a mis amigos me dijeron que se me había subido el muerto.

            Los científicos, que siempre tienen una explicación lógica para todo, dicen que lo que sucede es que durante uno o diez minutos; quedas inmovilizado, sientes miedo, ansiedad, desesperación y opresión en el pecho, como si tuvieras a alguien encima; cuesta trabajo respirar, sufres taquicardia y puedes experimentar alucinaciones auditivas, visuales, táctiles y olfativas: son las manifestaciones del trastorno denominado "parálisis del sueño".

            Esa noche que dormí en la oficina  sentí que me tocaban la entre pierna, eso provocó una erección seguida de una sensación muy placentera, algo suave y resbaloso recorría mi miembro, entendí que era una felación, posteriormente sentí como penetraba una cavidad húmeda que devoraba mi virilidad con una calidez abrazadora, sentí un peso sobre mi pubis, no podía gritar porque unos labios canosos me robaban el aliento al mismo tiempo que me cabalgaban frenéticamente, una mano me guió hasta lo que pude deducir que era un hermoso seno y otra mano me guió mi cabeza para que mis labios encontraran el pezón del otro seno, a esas alturas del partido estaba convencido de que "se me había subido la muerta", una muerta muy viva.

Continuará...

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