miércoles, julio 20, 2016

HARAKIRI: UN HERMOSO TAMBOR

“Un poco de depresión, un homenaje, una rolita ignorada, un escape de la realidad, eso es lo que se está mezclando en mi cabeza para crear este "blues literario", salido del alma de este falso dramaturgo y poeta de pueblo, juglar de historias dementes pero jodidamente honestas, va por ti Ale, va por mí, va por ti José donde quiera que estés.”

-Lalo Vargas.





¿Alguna vez te has despertado con un terrible dolor en el cuerpo?, con una sensación tan desagradable que jurarías que cada persona sobre la tierra te golpeó hasta el cansancio, así se sentía Manuel todas las mañanas, después de dar unas vueltas en la cama lograba sentarse en la orilla de esta y trataba de aflojar cada músculo de su espalda para recuperar un poco de movimiento, ponía su mano en la barbilla y la empujaba hacia un lado y hacía el otro hasta escuchar un chasquido, levantaba sus hombros con fuerza hasta donde el dolor se lo permitía y después caminaba torpemente hasta el baño, un espejo de cicatrices concéntricas le regalaba un reflejo distorsionado de su persona, eso hubiera pensado alguien más, Manuel pensaba que esa era su verdadera imagen, el espejo tuvo la mala fortuna de presenciar un mal momento de quien en el se reflejaba y pagó cara su indiscreción, le habían lanzado una botella de cerveza.

En el cuarto donde vivía Manuel podía faltar de todo menos café y un guataito de mota, quién necesitaba de sofisticados implementos de cocina cuando tenías una parrilla eléctrica, un pocillo de peltre, una pequeña sartén y una nevera de oxxo percudida, lo demás eran lujos innecesarios, bueno era una forma de no pensar en la falta de dinero, para ser honestos Manuel soñaba con una casa grande, con unos cuatro cuartos, una segunda planta, un sótano, ático, cocina, sala, comedor, cochera y por supuesto un estudio de audio donde pudiera encerrarse a grabar lo que se le ocurriera, Manuel gustaba de la música, pero no cualquier música, desafortunadamente nunca había sido bueno para los instrumentos, alguna vez pensó que las percusiones eran lo suyo pero al poco tiempo comprendió que necesitaba practicar más.

Manuel había decidido independizarse y buscar su camino en la vida, el día que hizo esto sus padres pensaron que no duraría fuera del hogar ni un mes y que lo tendrían de vuelta en un par de días, sin embargo el orgullo de su hijo pudo más que eso y durante un año entero no supieron nada de él hasta que en cierta ocasión a la madre de Manuel le contaron que lo habían visto cantando en un autobús de la ciudad, el corazón de la señora Pilar se le hizo chiquitito de angustia al saber que su hijo tenía que pedir dinero en los camiones para poder comer, lo que ignoraba era que no todo iba mal para su hijo, había días en que el muchacho sacaba buen dinero y hasta una caguamita se podía comprar para aguantar el calor del jornal, nunca faltaba algún otro buen camarada de la comuna artística callejera que se hermanara con Manuel y lo acompañara con una guitarra, un yembe o improvisando algunos efectos de beat box, dependiendo el tipo de instrumento era la canción a elegir, Manuel no tenía la voz que el mundo esperaba, él lo sabía, por eso ni siquiera había intentado ir  esos concursos donde buscaban voces “chingonas", como decía Manuel, para cantar.

La música preferida de Manuel era el Blues, no sabía en qué momento de su vida había adquirido tan singular gusto musical, pero en realidad pudo haber sido instintivo, porque el blues se hermana y se amalgama con otros estilos musicales, como el soul, el R&B y el jazz entre otros, cuando podía buscaba rolitas que le arrullaran el alma, el problema más grande de Manuel era que casi todo el buen Blues y sus orígenes están en inglés, ese idioma que casi no entendía, por un tiempo se lamentó por ello pero entonces conoció bandas argentinas, artistas españoles y un buen exponente mexicano que reavivaron en él la esperanza de cantar Blues en español.

A pesar de no tocar instrumentos, Manuel escribía sus canciones, algunos amigos de andanzas tocaban la guitarra  y le acompañaban cuando aullaba sus lamentos, porque si bien el Blues se originó en las plantaciones de esclavos de color como canciones de trabajo, también es cierto que el Blues se trataba de un lamento, había muchas canciones en el género sin embargo las que más le gustaban eran las que hablaban del dolor, del desamor, de la soledad y la desesperanza, porque esas eran las cosas que conocía, las cosas que vivía en el día a día y sabía muy bien cómo debían sonar al ser acompañadas por una guitarra o una armónica.

Por un tiempo Manuel había intentado convencer a sus amigos de armar una banda de Blues, nadie lo tomaba en serio, tenía las canciones, tenía la actitud y el corazón puesto en ello pero a sus compas no les convencía su manera de cantar, Manuel pensaba que si Joaquín Sabina, Charly García, Andrés Calamaro y muchos otros monos con voz aguardientosa cantaban, entonces él era un tenor en potencia, no faltaba el que le decía que por lo menos ellos afinaban y tocaban instrumentos y él ni siquiera podía tocar el circulo de sol.

Pasó mucho más tiempo, Manuel seguía despertando porque podía hacerlo, caminaba porque podía moverse, se preguntaba cómo era que a base de cannabis y sopitas instantáneas podía seguir viviendo, alguna vez había pensado en el suicidio pero su curiosidad por saber cómo sobreviviría un día más lo mantenía al margen de la “muerte autoinducida”, se escuchaba mejor que decir suicidio.

Cierto día, cuando caminaba por el centro de la ciudad, vio una revista que presentaba en la portada a su cantante favorito de Blues, rápidamente buscó el precio de portada para ver si podía comprarla, costaba cincuenta pesos, se le hizo muy cara, esa era la cantidad que destinaba para comprase su guataito de mota, pero realmente quería saber lo que decía la entrevista, así que hizo el sacrificio de gastarse los cincuenta pesos en la revista; allí se enteró que su ídolo padecía una enfermedad degenerativa del corazón, que prácticamente cantaba para costearse su tratamiento y que a menos que le hicieran un trasplante tendría que seguir sufriendo su padecimiento, la noticia entristeció mucho a Manuel quien se lamentó por el cantante que siendo tan talentoso padeciera tan terrible enfermedad, no era posible que la música perdiera un genio más, ya se nos habían ido varios, pensaba.


Esa noche mientras fumaba un porrito Manuel entrecerraba los ojos mientras daba caladas profundas a esa bacha que le llenaba de paz y tranquilidad, pensaba qué haría él si tuviera el talento de aquel cantante de Blues, y entonces recordó un fragmento de un texto Jodorowskiano el cual dice:

Si eres un gran pintor y te corto el otro brazo, ¿qué haces?
Me dedico a bailar

Y si eres un gran bailarín y te corto las piernas, ¿qué haces?
Me dedico a cantar

Si eres un cantante y te corto la garganta, ¿qué haces?
Como estoy muerto, pido que con mi piel se fabrique un hermoso tambor

Y si quemo el tambor, ¿qué haces?
Me convierto en una nube que tome todas las formas

Si la nube se disuelve, ¿Qué haces?
Me convierto en lluvia y hago que nazcan las hierbas

A Manuel le gustaba la parte donde el cantante moría y con su piel fabricaban un hermoso tambor, siguió fumando mientras el sueño se iba apoderando de él, la bacha cayó a un lado de su cabeza justo sobre la almohada, la casi imperceptible brazita encendió las sábanas de la cama de Manuel y en un momento las llamas ya cubrían su cuerpo, no hubo lamentos, no hubo gritos, o si los hubo nadie los escuchó, para cuando sus vecinos sintieron el olor a humo el cuerpo del joven había sido seriamente dañado, la ambulancia aulló por las calles de la colonia.

En la sala de terapia intensiva la señora Pilar sostenía la mano de su hijo, Manuel apenas podía articular palabra alguna, su madre se acercó lo más que pudo para tratar de entender lo que su hijo decía, ella pudo adivinar que se trataba de algún “te quiero”, los aparatos comenzaron a hacer ruidos, las enfermeras y médicos entraron de inmediato, sacaron a la señora Pilar de la habitación, la mandaron a la sala de espera, una joven mujer de cabello púrpura y labios negros la esperaba con lágrimas en los ojos, se acercó hasta la señora y sin decir palabra alguna le extendió un pequeño bulto envuelto en un palicate rojo, miró a la chica de labios negros y tomó con sus manos temblorosas aquel envoltorio, quitó el palicate lentamente y quedó al descubierto una pequeña caja de lata de galletas, abrió la caja y en hasta arriba había un papel doblado, cuando lo tomó miró en que en fondo de la cajita habían un encendedor, algunos cigarros “raros” y un poco de dinero, tomó la hoja y leyó lo que al parecer era una carta, la letra era de su hijo, en ella le pedía que le perdonara por los dolores de cabeza que le había ocasionado, le explicaba que si todo salía como él lo había dispuesto, pronto tendría noticias suyas, no de la manera en que ella esperaba, pero serían buenas noticias, se despedía diciendo que si había partido había sido para cumplir su sueño de incursionar en la música, que tal vez en ese momento no lo entendería pero que estuviera segura que él estaría bien.

Doña Pilar no entendía nada, puso el papel en su pecho como si abrazara a su hijo y lloró lo más que pudo, la chica de labios negros se acercó a ella y la abrazó, en ese momento el médico de Terapia Intensiva se acercó a las mujeres para comunicarles el deceso de Manuel, la señora Pilar ya no tenía más lágrimas para derramar, el médico le comentó que estaban listos para usar los órganos de Manuel y hacer los transplantes a tres pacientes, doña Pilar negó con la cabeza, ella no tenía conocimiento de que su hijo era donador y justo cuando estaba a punto de discutir con el médico la chica de cabello púrpura la tomó por el brazo y le entregó una tarjeta de donador con la firma de su hijo, ella comenzó a entender parte de la carta, en eso, un hombre vestido de negro se acercó hasta ella y se presentó como representante de un artista que Doña Pilar no conocía, el hombre le agradecía encarecidamente que su hijo hubiera donado su corazón para su representado, ellos se encargarían de los gastos funerarios y además se comprometían grabar y entregar las regalías de una canción que su hijo había escrito; la señora no lo podía creer, era demasiada información, Manuel había pensado en todo, pero cómo, cuándo, por qué así, no lo podía creer, finalmente entre tanta desgracia se dio cuenta que su hijo siempre había sido un buen muchacho, había ayudado a gente enferma donando sus órganos y había procurado por ella hasta en el último momento.

Pasaron un par de años y el cantante favorito de Manuel se recuperó de su enfermedad, creo una fundación para chicos con talentos musicales y cumplió el sueño de Manuel de dar a conocer su canción, pero además de grabarla con toda la producción necesaria incluyó el demo que en su momento le había hecho llegar por correo electrónico, la canción llamada "Rompe corazones" era muy sencilla, Manuel la grabó con una guitarra de un amigo, de esos que tocaban en los camiones, usó solo la sexta cuerda de la guitarra y le puso mucho corazón.

DALE PLAY PARA ESCUCHAR LA CANCIÓN, LA CUAL PUEDES DECARGAR SI ASÍ LO DESEAS, SOLO PRESIONA EL BOTÓN DE DESCARGA QUE APARECE EN EL REPRODUCTOR PARECIDO AL DE LA IMAGEN QUE SE MUESTRA A CONTINUACIÓN: 




El corazón que ahora latía en el pecho del cantante era el de Manuel, el chico que no cantaba, el muchacho que añoraba tanto ser parte de la música que amaba, que buscó la manera de vivirla de una manera increíble, y nada mejor que en compañía de su ídolo musical, ahora de alguna manera cantaba, tocaba la armónica, la guitarra y seguía escribiendo canciones, Manuel no murió, más bien renació, se convirtió en un hermoso tambor, como el del texto que alguna vez leyó.