jueves, diciembre 28, 2017

GODÍNEZ Y EL ARBOLITO DE NAVIDAD



"Si, yo cometí esos crímenes, los hice en momentos de ira."

Joseph Vacher, asesino.







La navidad no siempre es del gusto de todos, la gente suele decir que a las personas que no les gusta la navidad están amargadas, que son una especie de Ginch; el Grinch es un personaje de ficción creado por el escritor y caricaturista Theodor Seuss Geisel, mejor conocido como el Dr. Seuss, seudónimo bajo el cual publicó más de 60 libros para niños entre los que destacan “El gato en el sombrero” y “El Lorax”.

Las personas son muy buenas criticando la agria manera en que algunos ven la navidad, pero muy pocas se preocupan por saber el motivo que orilla a ese pequeño grupo de agrios a odiar la navidad, es probable que antes de odiarla la hayan amado y disfrutado tanto como cualquier otra persona.

Para todo hay un motivo, y cuando se trata del crimen este no puede faltar, no se mata a secas, se mata porque algo nos motiva a hacerlo, puede ser por dinero, pude ser por celos, puede ser por venganza o puede ser porque un “arbolito de navidad” te lo pide, ¿ustedes creen que bromeo?, bueno, eso mismo pensé yo cuando me asignaron el caso, ese día terminaba de dibujar mi arbolito de navidad para pegarlo en mi pizarrón de corcho cuando entró el comandante y me dijo que había ocurrido un tiroteo en una oficina de gobierno, creo que en la de  hacienda, inmediatamente pensé en algún contribuyente con muchos huevos, y deudas, que había hecho justicia por su propia mano o algo así…

- ¿Algún intento de asalto? - Le pregunté a mi jefe.

-No, un empleado de la oficina dijo haber recibido la orden directa del árbol de navidad que está en el vestíbulo de la dependencia de matar a sus compañeros.

-Jefe, el día de los inocentes es hasta el 28 de diciembre…

-Por eso te envío a ti Solano, encuéntrale la lógica a esa mamada.

-Sí señor, como usted diga.

Fui hasta la camioneta, un agente ya me esperaba y se encontraba al volante, se le había ocurrido ponerse un gorro de Santa, al verlo vino a mi mente una duda que me había atormentado desde niño, ¿cómo se debía llamar al gordito barbón si vivíamos en México?; había quien le decía Papa Noel, San Nicolás, Santa Claus, pero este último nombre es el que realmente me conflictuaba porque entonces ya no sabía si debía decirse Santa Claus o Santa Clos; para mí ocurría la misma mamada que con el tal Meade, por aquello de que se escribe Meade pero se pronuncia Mid, el español se estaba yendo a la mierda, y mi chofer me causaba ternura y pena ajena porque al ser un morenazo de fuego solo podía emular al santa pero del Congo.

-Qué tal mi sargento, ¿no le gusta la navidad?

-Claro que si me querido Chanona, pero prefiero manejar bajo perfil, y no quiero aguarle la fiesta, pero debería de quitarse el gorro, parece un orco navideño, sin ofender al orco.

-No se manche mi sargento, esto es pura estrategia de relaciones públicas, estoy tratando de mostrar el lado humano de la corporación, es un método de proximidad con la población civil, así como lo dijo el jefe de seguridad pública y el señor procurador.

-Sabes qué, te verías muy lindo con ese gorro en una galería de tiro o en una emboscada con sicarios o huachicoleros cabrón.

-Es usted una ched.

- ¿Me dijiste Shrek?, tal vez quisiste decir Grinch, que también es verde.

-No sargento, le dije Ched, ¿apoco no sabe inglés?, Ched es miarda en inglés.

-Mira Chanona te voy a corregir porque eres más burro que el burro que sale con Shrek, para empezar la palabra en inglés correcta es Shit no Ched, que en español sería mi-er-da no mi-ar-da, que se refiere a la caca.

-¡Tá madre! Sargento por eso nadie lo quiere, se va unos meses a los iunaites a tomar un cursito pedorro con los polis de allá y ya regresa acá bien mamón hablando inglés y la madre.

-Mira Chanona ya cállate o yo mismo te disparo.

-Tá bueno, pero me entiende…



Al llegar a la escena del crimen comenzó a llover, se había nublado, ya estaban ahí los buitres de la nota roja, eso quería decir que aún nadie les había filtrado información por medio del Whats App, de lo contrario no hubieran estado esperando algún descuido de parte de los servicios periciales, que tampoco habían llegado, pero que seguramente les terminarían rolando alguna foto de la escena del crimen.

Bajé de la camioneta y le pedí a Chanona que me esperara allí porque no quería que vieran lo ridículo que se veía con su gorro navideño, pero más había tardado en decirle eso cuando un bombardeo de flashes me hizo pensar que Chanona ya no estaba en la camioneta, el muy imbécil se había bajado y mientras los fotógrafos se despachaban con la cuchara grande, el oficial Chanona saludaba como reina de belleza en pasarela, pero en vez de corona portaba su gorro rojo de Santa.

-Sargento olvidó su libreta en la camioneta y se la traje.

Lo fulminé con la mirada y le arrebaté la libreta que me extendía mientras dibujaba una ridícula sonrisa en su rostro de Santa africano.

Entré a las oficinas y lo primero que me recibió fue el árbol de navidad, quien según me había dicho mi jefe, se trataba del autor intelectual de aquel tiroteo, uno de los oficiales que había atendido el llamado se me acercó y le pedí que me llevara a la escena del crimen, me dijo que todo había ocurrido en el área del comedor del edificio, entramos a un salón donde una mesa con mantel, charolas con comida y algunas botellas de sidra rotas descansaban junto a los cuerpos de los allí habían sido asesinados en pleno brindis pre navideño.

-Al parecer estaban a punto de brindar, como se no verían el 24 de diciembre porque cae domingo decidieron hacer su brindis hoy al terminar sus labores.

-¿Cuántos muertos?

-15 sargento.

-¿Sobrevivientes?

-Ninguno jefe, todos tienen el tiro de gracia, encontramos al “Godínez” parado frente al árbol de navidad con el arma aún en la mano.

-¿Cómo supieron ustedes, quién les llamó?

-Hay un oficial asignado al edificio, él pidió el apoyo por radio y apoyó en el desalojo de los demás oficinistas, los de otras áreas.

-¿Y no pudo detener al tirador?

-Pensó que era más prudente pedir refuerzos, hasta ese momento no sabía si se trataba de un sujeto o varios…

-Le dio frío…

-Con todo respeto mi sargento, no somos tontos, tenemos familia, dependen de nosotros y no los vamos a dejar desprotegidos por jugarle al verga…yo hubiera hecho lo mismo.

-Gracias por la franqueza oficial, pero vaya pensando en lo que va a decir para el informe, por su bien y el de su compañero, no se enoje, estoy del mismo lado, solo quiero entender lo que pasó aquí.

-Sí señor.

- ¿Dónde está el hijo de la chingada desquiciado que hizo esto?

-Lo tenemos custodiado en lo que al parecer es su escritorio.

-Vamos a conocerlo.

Di un último vistazo a aquella mesa, ni tiempo les dio de correr, algunos parecían recostados, otros tirado en el piso a un lado de sus sillas, y toda esa comida, que desperdicio Dios.

El oficial me llevó con el tirador, su aspecto era inquietante, un tipo de 1.60 de estatura, complexión delgada, a parecer de 50 años de edad, cabello relamido peinado de lado con Wildroot, que cómo lo supe, podía olerlo y además de niño me peinaban con eso, usaba lentes de pasta con bastante aumento, camisa manga larga blanca que en ese momento tenía salpicaduras con sangre, corbata verde olivo de motivos navideños y un bigote que ya no sabía si me recordaba a Charly García o a Hitler porque las canas en el bigote destanteaban, por un momento pensé en Maximilian "Twitch" Williams, del cómic Sam & Twich, parecía que no mataba ni a una mosca, pero se había chingado a 15.

Lo primero que te viene a la mente con este tipo de historias es que definitivamente estas mamadas solo pasan en las películas, que lo más fácil del mundo sería encerrar al tipo y dejarlo morir en la cárcel, eso es lo que haría cualquier otro agente, a como estaban las cosas en el estado el hecho de detener a un cabroncito que liquidó a 15 personas con toda la alevosía y ventaja del mundo le sumaba puntos a la corporación, no éramos los más populares en ese momento, aunque nunca lo habíamos sido, por lo que esta situación por más caótica que pareciera pasaría a ser el bálsamo que curararía las heridas del procurador y por ende del gobernador que había tenido un mandato terrible; pero yo quería llegar más allá, un caso como este no se veía a diario, en realidad quería satisfacer mi curiosidad porque una vez que llegaran los demás agentes, esos de dudosa reputación, era muy probable que elevaran a este lobo solitario a la categoría de jefe de plaza del narcotráfico y que además hasta le inventaran que lavaba dinero para los narcos locales.

Tenía que escuchar lo que tenía que decir porque una vez que cayera en manos de mis compañeros chacales no lo iba a reconocer ni su mamá. El tipo era culpable, eso se veía a leguas, y al parecer no tenía intenciones de negarlo así que tomé una silla, me senté frente a él y comencé mi interrogatorio…

-Soy el Sargento Solano y voy a hacerle unas preguntas, me imagino que le leyeron sus derechos entonces no sé si quiere declarar algo o quiere reservarse su declaración, bla, bla, bla  y todo lo demás…¿por qué lo hizo?

El tipo me miró fijamente, cruzó la pierna derecha sobre la izquierda, cruzó los brazos y pensé que no hablaría…

-¿Tendrá un cigarro oficial?
-La verdad no fumo, nunca aprendí, afortunadamente un amigo me enseñó que siempre hay que llevar con uno cerillos y cigarros…

Saqué mi cajetilla de Lucky Strike rojos y le ofrecí uno, después de encenderlo le dio una calada profunda como si supiera que ya no habría otro cigarro en mucho tiempo…

-Mire joven no lo voy a hacer perder el tiempo con una historia sobre mi niñez y maltratos porque eso ya está muy trillado, pero puedo decirle que todos y cada uno de esos hijos de puta merecían morir, mi nombre es Carlos Godínez y estaba a unos meses de jubilarme. Trabajé aquí más de 30 años, vi pasar a muchas personas, pero pocas duraron en sus puestos, yo vivo con mi anciana madre de 90 años, cuando se entere de esto seguramente morirá de pena pero tuve que hacerlo, era algo que siempre llevé dentro de mi ¿sabe?, ¿alguna vez ha tenido un deseo siniestro y luchado con todas sus fuerzas para no dejarlo salir?, eso fue lo que me sucedió, aguanté abusos de todo esta gente culera, tipos creídos por ser profesionistas y jóvenes, mujeres chichonas y nalgonas que se dejaban coger por los jefes y despreciaban a los de menor rango y últimamente la mamada esa del “Godín”, esa puta madre sí que me reventó los huevos…

-¿Se puede decir que fue el detonante, la pendejada esa del “Godín”?

-No lo diría tanto así pero creo que también ayudó, además para acabar de joder así me apellido, mi padre sí que se empeñó en joderme la vida, primero abandonándonos y después legándome su apellido.

-Creo que usted padecía de bullying señor Carlos, ya no pudo con la presión y desató su ira contra quienes le hacían chingaderas.

-Bullying, Mobbing, Chingaderas, todo es la misma mamada, se pasaban de culeros, todos los putos días tenía que ver sus malditos rostros, reírme de sus chistes y sus bromas, aunque yo fuera la víctima, me tenían hasta la madre y me los tenía que chingar.

-¿Y cómo es que decidió hacerlo hoy, en vísperas de noche buena y a unos días de Navidad?

-¿Ha visto usted el árbol de navidad que está a la entrada del edificio?

-Si claro.

-Yo lo puse, lo armé, le coloqué sus adornos y las luces. Al día siguiente que iba entrando a la oficina me quedé contemplando el árbol y entonces me habló…

-¿El árbol le habló?

-Si, en ese momento pensé que me estaba volviendo loco pero, al día siguiente fue igual, y al siguiente y al siguiente…

-¿Hace cuántos días que puso ese árbol?

-Fue el 11 de diciembre que lo puse.

-¿Qué fue exactamente lo que le decía el árbol?

-Mátalos…

-Pinche árbol con huevos, no se andaba con rodeos, puede ser medio sicario.

-Búrlese lo que quiera oficial, pero ahora me siento libre, liberado y todo gracias al árbol…

En ese momento entró Chanona a la oficina preguntando si ya había terminado con el tipo porque se lo iban a llevar, le di la espalda al pequeño sujeto que aprovechó mi distracción para ponerse de pie y salir corriendo hacia la entrada del edificio, en su carrera me empujó a mí por la espalda y se le escurrió de entre las manos al oficial Chanona, por más que le gritamos que se detuviera no nos hizo caso, justo cuando llegaba a la salida del edificio se escucharon disparos y la menuda silueta se desplomó, corrí hasta él y lo tomé entre mis brazos.

-Don Carlos ¿no se cansa de meter la pata?

El pequeño Godínez respiraba con dificultad, la hemorragia interna les impedía a sus pulmones funcionar adecuadamente, sin embargo alcanzó a susurrar sus últimas palabras…

-No se preocupe joven…de todos modos…pensaba suicidarme…pero…se me terminaron…las balas…créame…la…repuesta…está…en el árbol…

-¡Puta madre! ¡se nos peló! ¡ya se fue a la verga el cabrón!

-Sargento no se vaya a encabronar, pero el “tomandante” se va a poner verde.

-Ya ni me digas cabrón, ¿por qué verga dispararon oficiales?

-Sargento al ver que el oficial Chanona no lo pudo interceptar pensamos que el mono este se nos iba a pelar…

-Sí, pero el cabroncito estaba desarmado, pudieron haber intentado corretearlo o disparar al aire, ¡me lleva la verga!, ¡a la chingada!, ¡yo no me hago responsable!, ¡vean qué puta madre van a hacer porque hasta el gobernador se los va a coger por pendejos!, ¡limpien su desmadre!

-Cálmese jefecito le va a dar algo.

-¡No mames Chanona! No había pierde, el tipo estaba loco, no la iba a librar, era cosa de llevarlo a los separos y la cagamos toda, pero yo necesitaba saber, ¿por qué lo hizo?

-¿Y pudo sacarle la información, la confesión?

-Bueno por una parte sí, pero falta algo, y todo tiene que ver con ese puto árbol navideño, revísalo.

-¿Y qué ando buscando exactamente?

-No sé, una nota, algo fuera de lo usual, busca…




El oficial Chanona y yo nos pusimos a buscar en el árbol cualquier cosa que estuviera fuera de lugar, pero no encontramos nada, servicios periciales ya había terminado de levantar los cuerpos, ya solo quedábamos un par de oficiales Chanona y yo, los oficiales que se habían quedado resguardarían la escena del crimen así que no se irían del lugar, mi teléfono comenzó a sonar, miré el identificador, era mi jefe, lo apagué, necesitaba pensar, me estaba jugando la chamba pero algo me decía que aún había una pieza del rompecabezas que no había  encontrado.   

Estuvimos sentados frente a ese árbol un par de horas, Chanona ya se había sacado los mocos, ya había jugado Candy Crush, hasta que le arrebaté el celular y lo puse bajo custodia, se había puesto a cantar villancicos navideños, pero lo callé de un golpe en la cabeza, jugó a que hacía ángeles de nieve a pesar de que no había nieve en el piso del edificio y fue entonces que ocurrió.

-Oiga jefe, ¿será muy difícil armar una serie de luces navideña?

-No te entiendo cabrón, esa madre no tiene ciencia.

-Bueno yo pregunto porque estas luces el arbolito tienen dos colores blanco y rojo y unas se penden y otras se apagan y a diferente ritmo y cosas así, esos chinos tienen para todo.

-Espera Chanona, repite eso de las luces.

-¿Que los chinos son la pura pistola?

-No menso lo de los colores y no sé qué mamada más dijiste.

-Ah sí, que son de dos colores y que unos se prenden y otros se apagan.

Entonces lo entendí, no sé cómo se me había pasado por alto, el tipo había trabajo en sistemas computacionales, era de la vieja guardia, focos que encienden y apagan: ceros y unos, código binario; necesitaba asegurarme y corrí hasta el escritorio donde había estado hablando con Don Carlos, comencé a revisar su escritorio, sus cajones, parecía un adicto buscando su dosis, entonces cuál sería mi sorpresa al abrir uno de los cajones y encontrar una pequeña libretita de apuntes que de fábrica traía fórmulas matemáticas, conversiones de medidas del sistema inglés al sistema métrico decimal, un alfabeto de señales con banderas y al final el alfabeto internacional de la Clave Morse.


Inmediatamente corrí al árbol, Chanona me observaba como quien observa a un loco.

-Jefe, ¿se encuentra bien?, lo veo como poseído jefecito, ¡jefe!…¡jefe!

Observé el árbol, traté de encontrar una especie de patrón y ahí estaba:


 




Cerré la libreta y pensé en que el mundo debía estar muy retorcido como para que las luces de un arbolito de navidad estuvieran, por alguna diabólica coincidencia, sincronizadas de tal manera en su intermitencia como para que al ser interpretadas en clave Morse encendieran el interruptor para que un Godínez cincuentón se convirtiera en un asesino sanguinario, me guardé la libreta y caminé a la salida, Chanona me siguió.

-¿Jefe ya nos vamos?, ¿encontró lo que buscaba?, ¿no me va a decir?

-Eres peor que mi perra pitbull Chanona.

-No se mande jefe, hablando de perros ¿y si vamos por unos tacos de “guaguacoa”?


-Sabes Chanona, a veces creo que sí te gira el ratoncito, tu invitas, ponte tu gorro y vamos por esos tacos, yo manejo.