viernes, junio 08, 2012

HARAKIRI: ¿PIENSAS MUCHO EN POLÍTICA?


"El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es
 que serán gobernados por personas que sí se interesan."
Arnold J. Toyabee


Cuando se es joven no se piensa mucho en la política, es más, para ser honestos la detestamos, nunca nadie nos educa en ese sentido, solamente somos el reflejo de la opinión ejercida por el abuelo, papá, tío, mamá, hermano o hermana mayor  de la casa, heredamos maneras de pensar de quienes viven con nosotros o al final de cuentas de quienes admiramos, sea un familiar, amigo, vecino, maestro o periodista.

Pasa el tiempo y si te ha gustado el asunto de leer descubres que las opiniones que escuchaste antes mucha veces no tiene un verdadero fundamento, solo son interpretaciones de la realidad que a todos les ha tocado vivir, hablando de la política, ya que si se es empresario y el partido en el poder nos favorece con acciones que aumenten nuestras ganancias en esa casa solo habrá, buenas opiniones, pero si en cambio eres una persona de escasos recursos y el gobierno en turno no “te saca” de pobre, en esa casa solo se escucharan quejas, y esas opiniones serán las que se impriman en la cabeza de los hijos que habiten esas casas, esa es nuestra escuela, y no es que sea totalmente mal, pero hay que intentar averiguar si los conceptos que tenemos de la política y las responsabilidades del gobierno para con nosotros son como las escuchamos en casa o solo fueron las interpretaciones de la gente a la que admiramos y respetamos.

Así como se pide que la educación sea laica, debería de ser obligatorio educar en las escuelas a los jóvenes sobre qué es realmente la política, el problema es que la educación va en dirección del partido que gobierne en ese momento y los intereses del mismo.

Viene a mi mente el libro de Paco Ignacio Taibo II: Doña Eustolia Blandió el Cuchillo Cebollero, en el cual Taibo II recopila anécdotas de sus años de lucha sindical obrera, años de oscurantismo en los que el patrón abusaba sin piedad de los trabajadores, cosa que siguen haciendo las maquiladoras, y en los que el escritor se juntaba con sus amigos estudiantes de las universidades para organizar huelgas y enseñarle a los obreros, la mayoría  analfabetas, sus derechos según la Ley Federal del Trabajo, ejercicio que hicieron en muchas ocasiones, asesorando a obreros, haciendo huelgas, ganando demandas laborales, logrando mejores condiciones de trabajo, prestaciones justas, y dignidad para quienes ,en ese momento, la ignorancia era su peor enemigo.

Puede sonar idealista de mi parte pensar que se pueda crear un grupo sin colores partidistas de intelectuales conocedores de lo que debe ser y es la política y que se dedique a educar a los jóvenes mexicanos para que no hereden los pensamientos de otros, sino que formules su propia manera de pensar, que tengan la información de primera mano para poder hacer valer sus derechos y, claro, sus obligaciones como ciudadanos.

Alguna vez me sedujo el romanticismo de la revolución, soñé ser un revolucionario cual Ché Guevara, pero me di cuenta que una revolución puede ser un arma de doble filo, al final de esta siempre  termina pariendo un dictador, y se necesita otra revolución para derrocarlo, las intenciones buenas o malas de los líderes revolucionarios, una vez que ganan  su lucha, los hacen aferrarse al poder, creen que no hay nadie mejor que ellos para   supervisar  que las promesas de la revolución permanezcan vivas y no se corrompan, por eso una vez sentados en el poder  no lo quieren abandonar.



Y toda esta verborrea de la educación política viene a colación de lo siguiente; no es posible que si antes las traiciones de militantes se tejían en lo más oscuro de sus partidos, hoy sean realizadas con todo descaro en busca de un hueso en la política del país, no existe el honor ni el sentido de pertenencia hacia ninguna institución o partido político, lo mismo da ser priista, que perredista o panista, lo realmente importante es ver quien puede ofrecer un buen puesto, y es allí a donde nos moveremos para conseguirlo.

No soy purista, quizás algo tradicionalista, pero es risible como uno puede ser  de aquí y de allá según sople en viento, y me cuesta trabajo aceptarlo ya que en algo tan simple como unas clases de defensa personal, me he visto en el dilema de abandonar mi escuela de siempre, por irme a probar a otras escuelas, y no he podido, porque se me hace una  falta de respeto hacia mi maestra, hacia mi Dojang (lugar donde se practica Hapkido), hacia mi uniforme y hacia el profesor fundador.

Sé que en la política puede ser diferente, pero existe algo que se llama lealtad y compromiso, y se adquieren una vez que se ingresa a una religión, ideología o partido político, sin embargo puede mas el interés personal, la ambición desmedida y el hambre de poder, seamos realistas, un salario de político no es nada despreciable, si el salario de un diputado, senador, presidente municipal, gobernador o presidente, fuese como el del mexicano promedio, nadie o prácticamente nadie, aceptaría esos cargos con tan alto nivel de responsabilidad y compromiso a cambio de un sueldo raquítico, los que buscan la política buscan opulencia, y lo último que les importa es el bienestar del pueblo, y mucho menos el desarrollo de la nación.

No va a faltar quien quiera rasgarse las vestiduras argumentando que sí busca un cargo de elección popular por “ayudar” al  pueblo, si así fuese lo harían sin paga alguna o con sueldos como el de los pintores y poetas, por amor al arte, aunque  en el caso de la política sería por amor al país.

Es por ello que hace falta formar valores sobre la política, educarnos sobre lo que realmente es, robarnos y apropiarnos los conceptos de lealtad y honorabilidad, secuestrar los conceptos orientales de pertenencia a un grupo, sin llegar a la doctrina ortodoxa, ser congruentes con lo que se dice y se hace, preocuparnos por lo que sucede día con día, informarnos, separar la basura mediática de lo que realmente sirve, analizar lo que nos arrojan los medios y entonces, al final, elegir lo que nos convence y decidir en base a ello.

Cuando se es joven no se piensa mucho en la política, pero llega el día en que creces, te haces adulto, trabajas, pagas impuestos, te casas, tienes hijos y entonces la indiferencia desaparece para darle paso a una preocupación constante sobre en manos de quiénes está el país y de cómo nos afecta y va afectar a nuestros hijos.

Cuando se es joven no se piensa mucho en la política, pero la política siempre esta pensando en los jóvenes, en los adultos, en los adultos mayores, en todos, somos pues, un botín político para los piratas que buscan saquear nuestro país.

Y tú joven o adulto, ¿piensas mucho en la política?.

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