"El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es
que serán gobernados por personas que sí se interesan."
Arnold J. Toyabee
Cuando se es joven no se piensa mucho en la
política, es más, para ser honestos la detestamos, nunca nadie nos educa en ese
sentido, solamente somos el reflejo de la opinión ejercida por el abuelo, papá,
tío, mamá, hermano o hermana mayor de la
casa, heredamos maneras de pensar de quienes viven con nosotros o al final de
cuentas de quienes admiramos, sea un familiar, amigo, vecino, maestro o
periodista.
Pasa el tiempo y si te ha gustado el asunto de
leer descubres que las opiniones que escuchaste antes mucha veces no tiene un
verdadero fundamento, solo son interpretaciones de la realidad que a todos les
ha tocado vivir, hablando de la política, ya que si se es empresario y el
partido en el poder nos favorece con acciones que aumenten nuestras ganancias en
esa casa solo habrá, buenas opiniones, pero si en cambio eres una persona de
escasos recursos y el gobierno en turno no “te saca” de pobre, en esa casa solo
se escucharan quejas, y esas opiniones serán las que se impriman en la cabeza
de los hijos que habiten esas casas, esa es nuestra escuela, y no es que sea
totalmente mal, pero hay que intentar averiguar si los conceptos que tenemos de
la política y las responsabilidades del gobierno para con nosotros son como las
escuchamos en casa o solo fueron las interpretaciones de la gente a la que
admiramos y respetamos.
Así como se pide que la educación sea laica,
debería de ser obligatorio educar en las escuelas a los jóvenes sobre qué es
realmente la política, el problema es que la educación va en dirección del
partido que gobierne en ese momento y los intereses del mismo.
Viene a mi mente el libro de Paco Ignacio Taibo
II: Doña Eustolia Blandió el Cuchillo Cebollero, en el cual Taibo II recopila anécdotas
de sus años de lucha sindical obrera, años de oscurantismo en los que el patrón
abusaba sin piedad de los trabajadores, cosa que siguen haciendo las
maquiladoras, y en los que el escritor se juntaba con sus amigos estudiantes de
las universidades para organizar huelgas y enseñarle a los obreros, la
mayoría analfabetas, sus derechos según la
Ley Federal del Trabajo, ejercicio que
hicieron en muchas ocasiones, asesorando a obreros, haciendo huelgas, ganando
demandas laborales, logrando mejores condiciones de trabajo, prestaciones
justas, y dignidad para quienes ,en ese momento, la ignorancia era su peor
enemigo.
Puede sonar idealista de mi parte pensar que se
pueda crear un grupo sin colores partidistas de intelectuales conocedores de lo
que debe ser y es la política y que se dedique a educar a los jóvenes mexicanos
para que no hereden los pensamientos de otros, sino que formules su propia
manera de pensar, que tengan la información de primera mano para poder hacer
valer sus derechos y, claro, sus obligaciones como ciudadanos.
Alguna vez me sedujo el romanticismo de la
revolución, soñé ser un revolucionario cual Ché Guevara, pero me di cuenta que
una revolución puede ser un arma de doble filo, al final de esta siempre termina pariendo un dictador, y se necesita
otra revolución para derrocarlo, las intenciones buenas o malas de los líderes
revolucionarios, una vez que ganan su
lucha, los hacen aferrarse al poder, creen que no hay nadie mejor que ellos
para supervisar
que las promesas de la revolución permanezcan vivas y no se corrompan,
por eso una vez sentados en el poder no
lo quieren abandonar.
Y toda esta verborrea de la educación política
viene a colación de lo siguiente; no es posible que si antes las traiciones de
militantes se tejían en lo más oscuro de sus partidos, hoy sean realizadas con
todo descaro en busca de un hueso en la política del país, no existe el honor
ni el sentido de pertenencia hacia ninguna institución o partido político, lo
mismo da ser priista, que perredista o panista, lo realmente importante es ver
quien puede ofrecer un buen puesto, y es allí a donde nos moveremos para
conseguirlo.
No soy purista, quizás algo tradicionalista,
pero es risible como uno puede ser de
aquí y de allá según sople en viento, y me cuesta trabajo aceptarlo ya que en
algo tan simple como unas clases de defensa personal, me he visto en el dilema
de abandonar mi escuela de siempre, por irme a probar a otras escuelas, y no he
podido, porque se me hace una falta de
respeto hacia mi maestra, hacia mi Dojang
(lugar donde se practica Hapkido), hacia mi uniforme y hacia el profesor
fundador.
Sé que en la política puede ser diferente, pero
existe algo que se llama lealtad y compromiso, y se adquieren una vez que se
ingresa a una religión, ideología o partido político, sin embargo puede mas el
interés personal, la ambición desmedida y el hambre de poder, seamos realistas,
un salario de político no es nada despreciable, si el salario de un diputado,
senador, presidente municipal, gobernador o presidente, fuese como el del
mexicano promedio, nadie o prácticamente nadie, aceptaría esos cargos con tan
alto nivel de responsabilidad y compromiso a cambio de un sueldo raquítico, los
que buscan la política buscan opulencia, y lo último que les importa es el
bienestar del pueblo, y mucho menos el desarrollo de la nación.
No va a faltar quien quiera rasgarse las
vestiduras argumentando que sí busca un cargo de elección popular por “ayudar”
al pueblo, si así fuese lo harían sin
paga alguna o con sueldos como el de los pintores y poetas, por amor al arte,
aunque en el caso de la política sería
por amor al país.
Es por ello que hace falta formar valores sobre
la política, educarnos sobre lo que realmente es, robarnos y apropiarnos los
conceptos de lealtad y honorabilidad, secuestrar los conceptos orientales de
pertenencia a un grupo, sin llegar a la doctrina ortodoxa, ser congruentes con
lo que se dice y se hace, preocuparnos por lo que sucede día con día,
informarnos, separar la basura mediática de lo que realmente sirve, analizar lo
que nos arrojan los medios y entonces, al final, elegir lo que nos convence y
decidir en base a ello.
Cuando se es joven no se piensa mucho en la
política, pero llega el día en que creces, te haces adulto, trabajas, pagas
impuestos, te casas, tienes hijos y entonces la indiferencia desaparece para
darle paso a una preocupación constante sobre en manos de quiénes está el país
y de cómo nos afecta y va afectar a nuestros hijos.
Cuando se es joven no se piensa mucho en la política,
pero la política siempre esta pensando en los jóvenes, en los adultos, en los
adultos mayores, en todos, somos pues, un botín político para los piratas que
buscan saquear nuestro país.
Y tú joven o adulto, ¿piensas mucho en la
política?.
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