viernes, febrero 19, 2016

MERCENARIAS DE AFRODITA III

"¿acaso las putas no tienen derecho a enamorarse?

-Detective Vargas










III

Terminó el número de las Mercenarias de Afrodita, y el ambiente cambió totalmente, el mesero me llevo mi cerveza, y le pregunte si las cosas siempre eran así, a lo que respondió: - ¡todo el tiempo!

Nuevamente el sonido del lugar se dejó escuchar con su presentador, pero solo para anunciar a “Los ya merito”, al escuchar eso no lo podía creer, y los vi ahí, en el escenario, una banda de dos, golpeados por los años, cargando en los hombros el peso de giras interminables, ayunos prolongados provocados por esas noches de borrachera al son del tequila y cocaína, el vocalista con sombrero  y el contrabajista con sus lentes oscuros, sin duda eran ellos.

 -Damas y caballeros sean todos ustedes bienvenidos, comenzaremos con esto que dice más o menos así…- la banda comenzó a tocar, era un ritmo agradable, el bombo de la batería marcaba el latido de un corazón seguido de las cuerdas de un contrabajo que le agregaban cadencia y un piano que pulía la pieza con una armonía pegajosa acompañando la lírica que rezaba así:

DALE PLAY PARA ESCUCHAR LA CANCIÓN, LA CUAL PUEDES DECARGAR SI ASÍ LO DESEAS, SOLO PRESIONA EL BOTÓN DE DESCARGA QUE APARECE EN EL REPRODUCTOR PARECIDO AL DE LA IMAGEN QUE SE MUESTRA A CONTINUACIÓN: 




Cuando sientas que las cosas van mal,
y que estas no pueden empeorar,
prepárate un buen café,
y con cianuro tal vez sepa bien.

Si sufres de algún mal de amores,
ya no dibujas flechas con corazones,
te hace falta una caricia,
y no te dan ni las noticias.

Mercenarias de Afrodita, “señoras” y “señoritas”,
siempre ofrecen un ¡te quiero!, a cambio de tu dinero,
Mercenarias de Afrodita, “señoras” y “señoritas”,
siempre ofrecen un ¡te quiero!, a cambio de tu dinero.

Si caminas por el boulevard,
en las esquinas las encontraras,
con sus caricias te consolaras,
pero el dinero tendrás que mostrar.

Mercenarias de Afrodita, “señoras” y “señoritas”,
Siempre ofrecen un ¡te quiero! a cambio de tu dinero

Al final de la melodía, nadie aplaudió, así que me puse de pie y lo hice por todos aquellos que no lo habían hecho, Los ya merito me vieron y asintieron como agradeciendo el favor de mis aplausos, porque estoy seguro que eso pensaron, que era un favor, no me importó, me partía el alma ver a mis ídolos de juventud tocando para una bola de imbéciles que no apreciaban al talento local solo buscaban un momento de fantasías las chicas bonitas que allí se presentaban, porque al fin y al cabo eso era lo único que podían hacer, fantasear con ellas, debo admitir que no faltaba el que tenía una cartera lo suficientemente holgada como para ganarse el “cariño” de alguna vedette de las que trabajaban allí, muchos las tachaban de putas, de mujeres fáciles, no estoy tan de acuerdo con el término de “mujer fácil”, tengo la teoría de que por cada “mujer fácil” hay una historia de vida difícil, en esta vida no siempre se puede elegir el camina “correcto”, a algunos no gira bien el ratoncito pues venimos muy dañados de tiempo atrás y en lugar de tomar los caminos “correctos” nos enredamos en situaciones que van más allá del entendimiento de los demás, tampoco nacemos así de “maleados” los golpes de la vida a veces nos pegan tan duro que dañan nuestras neuronas y con el tiempo esos “malos golpes” –emocionales- nos van quitando visibilidad, nos volvemos unos ciegos testarudos que en más de una ocasión no reconocemos lo equivocados que podemos estar, vaya pues no contamos con un guía, con un “Pepe Grillo” que nos guíe por la vida y nos diga que la vamos a cagar de manera colosal aunque muy posiblemente ni siquiera le haríamos caso.  

Recuerdo que en una ocasión me enamoré –o creí haberme enamorado- de una chica muy guapa, mi primera impresión al verla fue simplemente estética, 1.75 cm de altura, delgada pero con una bonita cadera, se dedicaba a ser edecán, había sido novia de una compañero de escuela, con el tiempo ella y él se distanciaron, una amiga la conoció y pues como entre mujeres se pueden despedazar pero nunca hacerse daño –aunque suene a eslogan de obra de teatro- me dijo de una manera muy ruda que estaba muy mal si estaba saliendo con esa “puta”, al parecer aquella chica no tenía buena reputación, pero le comenté a mi amiga que estaba siendo muy dura y que finalmente las putas también tenían derecho a enamorarse –obviamente la puta en cuestión no lo estaba de mi- yo solo había hecho el comentario por aquello de que se me hacía muy poético y pues realmente creía que –y sigo creyendo- que puede pasar aunque no por ello tenía que ser cierto ya que finalmente la chica guapa solo me utilizó para recuperar a su anterior galán y ahora ex”amigo” pues según su filosofía de macho alfa, vividor, chulo e intento de dandy moderno estaba prohibido andar con ex novias y hermanas.

 No estaba seguro de mis divagaciones, de lo único que si estaba seguro es que esa noche no me iría del lugar sin antes tomarme unos tragos con aquellos hombres cuyas letras me hacán pensar que ser como ellos era lo máximo en la vida, cuántas veces no quise ir a sus presentaciones, pero tal vez me faltó decisión y dinero.

Era increíble, las manos me sudaban, le hice una seña al mesero, este se reportó de inmediato conmigo, le pedí que fuera por Los ya merito y los invitara a mi mesa, también le pedí una botella de tequila “Don Julio”, el mesero partió para realizar la encomienda, después de tantos años por fin iba a tener el gusto de platicar con ellos, estaba muy nervioso, me preguntaba a mi mismo qué les podría preguntar, me sentía como un adolecente en su primera cita.

Y fue entonces que los vi acercarse a la mesa con la botella de tequila en mano, tomaron asiento e inmediatamente el vocalista sirvió tres caballitos de tequila al tiempo que proponía un brindis.

-Por las putas, porque también tienen corazón.


-¡Salud!- brindamos los tres chocando nuestros tequileros; me pareció genial que alguien pensara como yo.



Continuará...


Ver entregas anteriorres:

MERCENARIAS DE AFRODITA I

MERCENARIAS DE AFRODITA II

















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