viernes, agosto 11, 2023

EL BOSTEZO DE BETZY

 

EL BOSTEZO DE BETZY

POR:  EDUARDO VARGAS CARRILLO “LALO VARGAS “

11/08/2023

 

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Aquella noche de verano Betzy de 10 años y su papá aprovecharon el apagón que aconteció en el pueblo para subir al techo de la casa y mirar las estrellas; pocas veces se podían dar el lujo de disfrutar de tan bello espectáculo y sobre todo juntos, el padre de Betzy casi nunca estaba en casa debido a su trabajo y cuando él llegaba de sus labores la niña ya debía estar durmiendo, esas eran las reglas en casa, pero estando de vacaciones en la escuela, podía dormirse más tarde.

Y allí estaban los dos, padre e hija mirando las estrellas cuando a lo lejos algo llamó su atención, una estrella fugaz que cruzó el cielo estrepitosamente y parecía haber caído en el bosque espeso, después de unos segundos de haberla visto se pudo apreciar un resplandor dorado intenso, el papá de Betzy pensó que habría un incendio o algo así pero afortunadamente no sucedió.

Betzy estaba muy emocionada, sentía que eran las mejores vacaciones de su vida, nunca olvidaría haber estado con su padre y ver aquella estrella fugaz, justo pensaba en eso cuando su padre le dijo que ya era tarde y debían ir a dormir, a pesar de las protestas de la niña bajaron las escaleras y se fueron a dormir.

A la mañana siguiente Betzy se despertó por el canto del gallo, pensó que era temprano, pero al abrir la cortina el sol la cegó por un momento, se cubrió el rostro por un momento, comprendió que seguro así sentían los vampiros cuando les daba el sol, por eso ellos salían en las noches.

Miró su reloj del buró, ese que la despertaba con su alarma escandalosa cuando iba a clases, pero que ahora estaba desactivada por ser vacaciones, y notó que eran las once de la mañana, realmente era tarde, su mamá la había dejado dormir porque la noche anterior se había desvelado con su papá mirando las estrellas.

Lavó sus dientes, tendió su cama, se cambió el pijama y se dejó guiar a la cocina por el agradable olor de los hot cakes que preparaba su mamá, sabía que también habría chocolatito caliente para acompañar ese delicioso desayuno, tomó asiento en una de las sillas de la pequeña mesa que usaban para desayunar en la cocina, la mesa grande era más como para cuando había invitados, la mesita pequeña de la cocina era para cuatro personas y cabían muy bien su papá, su mamá, su abuela y ella.

La abuela ya se encontraba en la mesa de la cocina, ella había desayunado temprano y a sus 98 años tomaba pequeñas siestecitas durante el día, Betzy creía que eso la mantenía con energía y por eso había vivido tanto, la miró por un buen rato, sintió ganas de acercarse a ella y darle un beso en la mejilla y así lo hizo, la abuela abrió los ojos lentamente y como si la imagen frente a ella no fuera muy clara esperó a que sus ojos enfocaran bien a quien le había regalado tan afectuoso beso y descubrió con alegría que se trataba con su nieta, la pequeña Betzy, que por cierto ya no era tan pequeña.

Betzy le dio los buenos días a su abuela, la abuela sonrió, pero cuando iba a decirle algo más a su abuelita, Betzy fue interrumpida por un enorme bostezo que no la dejó articular palabra alguna, la abuela soltó una risita y le dijo a su nieta que casi se la había tragado con ese bostezo tan grande, Betzy comenzó a reír y le dijo a la abuela que no exagerara, le contó que se había desvelado con su papá la noche anterior y por eso tenía tanto sueño.  

Justo le estaba contando lo de la estrella fugaz que habían visto por la noche cuando un pequeño ronquido le advirtió a Betzy que la abuela se había quedado dormida de nuevo, se acercó a ella y la arropó lo más que pudo con la chalina que la abuela solía usar, era como si nunca le diera calor y la confortara haciendo que se durmiera.

Después del desayuno Betzy se fue a jugar al bosque, un enorme bosque de pinos, los pinos eran aprovechados por los carpinteros y artesanos del pueblo para sus creaciones que a los turistas les gustaban mucho.

Ya en el bosque Betzy solía encontrase con su amigo y compañero de escuela Beto, el papá de Beto era artesano y a Betzy le encantaban los juguetes de madera que el padre de Beto le construía a su amigo para que jugaran los dos. Los niños conocían muy bien el bosque y justo cuando caminaban entre los pinos Betzy recordó que la estrella fugaz de la noche anterior había caído por aquella zona.

Betzy le contó a Beto sobre lo ocurrido y jugaron a buscar la estrella caída, en su inocencia posiblemente buscaban un objeto de cinco picos y de color dorada, posiblemente hasta pensaban que podría estar hecha de oro o algo así, eso no importaba, estaban de vacaciones, querían jugar, querían divertirse y pasarla muy bien juntos.

Después de caminar durante algunas horas los niños llegaron hasta un pequeño claro en el bosque, el cual no les era familiar, habían recorrido tanto el lugar que era imposible no haber visto ese claro antes, había pinos derribados y un surco en la tierra que era como una especie de cráter, bueno eso diría uno, pero para los niños era un hueco en la tierra y nada más.

Se acercaron con alegría pues era posible que allí se encontrara la estrella que andaban buscando, sin embargo al acercarse no parecía haber nada, las decepción fue grande pues esperaban algo emocionante, justo estaba apunto de decirle Betzy a Beto que ya era hora de que regresaran a casa pero otra vez un bostezo descomunal impidió a Betzy articular palabra alguna y cuando parecía estar pasando sintió que algo se le metió en la boca lo que la hizo toser sin parar, Beto no comprendía, Betzy no paraba de toser, se estaba poniendo morada, roja y de todos los colores y Beto se agarraba la cabeza, manoteaba, corría en círculos hasta que Betzy cayó desmayada.

Cuando Betzy despertó se encontraba recostada en cama, miró por la ventana y vio que el sol se había ocultado, sin embargo no sabía si era de noche o de madrugada, y cuando se disponía a mirar su reloj vio que la puerta de su habitación se abría lentamente, era su padre, entonces supo que era de noche, posiblemente pasado de las nueve de la noche porque eso explicaba que papá estaba en casa.

El papá de Betzy le preguntó cómo se sentía pues Beto había llegado a su casa diciendo a su mamá que su amiga Betzy se había desplomado en el bosque poniendo a la señora en estado de emergencia y a su vez a la mamá de Betzy a quien pasaron a buscar para ir al encuentro de la pequeña cuyo cuerpo se encontraba solo entre los pinos.

El médico del pueblo la examinó en su momento y sugirió mantenerla en observación puesto que no había encontrado nada fuera de lo común en ella, por eso la había enviado a casa, con la condición de que si se presentaba cualquier situación fuera de lo común la niña sería llevada a urgencias inmediatamente.

Betzy no recordaba nada de eso, pero su papá la abrazó y justo durante el abrazo el estómago de Betzy gruñó de manera feroz, su papá se echó a reír y le recordó que por haber estado desmayada se había perdido la comida y la cena, pero su mamá le tenía guardado chocolatito y un pan para que no se acostara con el estómago vacío, así que terminando de decirle eso a Betzy su mamá entró a la habitación con un pocillo de peltre lleno con chocolate humeante y un plato con una pieza de pan, papá y mamá le dieron un beso en la frente no sin antes recordarle lo mucho que la amaban y salieron del cuarto de Betzy.

El estómago de Betzy volvió a gruñir, pero algo se sentía diferente, pensó en calmar el reclamo de sus tripas con algo de comer y devoró con ganas el pan y el chocolate caliente que su mamá le había llevado, casi inmediatamente después se quedó dormida.

Tal vez pasaron un par de horas cuando nuevamente los gruñidos en el estómago de Betzy la despertaron, comenzó a sudar de manera abundante, pensaba que la leche del chocolate le había caído mal por tomarlo tan aprisa, corrió al baño para evitar una desgracia, como solía decir su abuela, y justo estuvo sentada en el baño sin que nada pasara; falsa alarma, pensó Betzy.

El gruñido volvió a presentarse, pero ahora acompañado de un dolor muy fuerte el cual hizo que Betzy se tirara al piso y se pusiera en posición fetal, no entendía qué estaba pasando, justo iba a gritar con todas sus fuerzas a sus padres cuando un enorme bostezo se lo impidió, pero no fue un bostezo normal, al abrir la boca Betzy pudo observar que una fuerza fuera de lo normal atraía lo que estuviese frente a ella hacia su boca y lo desaparecía sin problema.

Betzy se asustó mucho, se arrastró por el piso sin quitar la vista de enfrente hasta que su espalda topo pared, respiraba agitada y sudorosa, no lo podía creer, con los ojos abiertos por el terror de lo que había pasado trataba de asimilar lo ocurrido, al bostezar se había tragado un librero entero con su colección de muñecas sin problema alguno, su estómago ya no gruñía, pero su corazón latía como si se le fuese a salir del pecho.

La puerta de la habitación de Betzy se abrió, se trataba de su abuela que posiblemente quería ver cómo estaba, el estomago de Betzy volvió a gruñir y le vino un deseo enorme de bostezar y sin poder detenerse su boca se abrió haciendo desaparecer a su abuela, cuando logró cerrar la boca sintió que algo se le asomaba entre los labios, llevó su mano temblorosa a su boca para saber qué era y con sus dedos jaló lo que parecía ser un pedazo de tela, y como si de un mago de feria se tratase, comenzó a jalar aquel pedazo de trapo que parecía no terminar de salir de su boca hasta que por fin lo sacó por completo y lo dejó tirado en el piso, era la chalina de la abuela.

Betzy ya no soportó más todo ese horror y soltó un grito desgarrador, inmediatamente llegaron corriendo sus padres y se encontraron con su hija sentada con la cabeza entre las piernas contra la pared llorando desconsoladamente, el padre de Betzy puso su mano en la cabeza de su hija pero esta de un manotazo le pidió que no la tocara, que se alejara de ella, Betzy estaba inconsolable y sus padres no entendían, pero tampoco podían entablar diálogo alguno con ella, todos eran presos de la confusión y desesperación al no saber qué hacer y entonces el estómago de Betzy volvió a gruñir, supo que era una mala señal, con desesperación les gritó a sus padre que se fueran, que escaparan cuanto antes, pero todo fue en vano, estaba a punto de gritarles ¡sálvense!, pero su boca se abrió sin que pudiera evitarlo viendo como  desaparecían sus padres frente a ella.

Rayando en la locura algo le hizo pensar que tenía que ir al lugar donde había perdido el conocimiento, descalza y con lágrimas en los ojos corrió desesperada hacia donde, aparentemente todo había comenzado, corrió con todas sus fuerzas, era tanta su adrenalina que no había piedra, rama de árbol, arbusto espinoso o alimaña nocturna que detuviera su carrera y justo cuando estaba a un par de metros del cráter, la fatiga en sus piernas le jugó una mala pasada y la hizo tropezar con una raíz que sobresalía de la tierra catapultándola con una fuerza tremenda por el aire cayendo de bruces con tal violencia que su abdomen al caer golpeó la tierra haciéndola escupir en el acto un objeto negro, al principio no lo notó, luchaba por recuperar el aliento, el golpe había sido tremendo, el poco aire que le quedaba después de haber corrido tanto se había escapado con ese impacto, no iba a morir por eso pero así se sentía, como si fuese a morir, finalmente después de retorcerse por un rato, un brillo dorado llamó su atención, se acercó hasta eso que brillaba y notó que era una especie de escarabajo que emitía un resplandor parecido al de la luz que su padre y ella habían visto la noche del impacto, al recordar aquello comenzó a llorar, una rabia intensa se apoderó de ella y con una piedra aplastó el bicho, lo que sucedió a continuación fue delirante, una onda expansiva arrojó a Betzy varios metros lejos de donde había aplastado al insecto, el impacto la proyectó contra un árbol y perdió el conocimiento.

Betzy perdió la noción del tiempo pero sintió algo en su mejilla, eso la hizo regresar de donde quiera que haya ido después del golpe, intentaba abrir sus ojos, su cabeza le dolía, aún estaba aturdida, sintió un aroma familiar, una lagrima rodó por su mejilla, así olía la abuela, así olía antes de que ella se la tragara con su bostezo, la claridad llegó poco a poco a sus ojos, vio frente a ella a su abuelita, lo que había sentido en su mejilla había sido un beso, como el que Betzy le daba cuando la veía dormir, no lo podía creer, a lo lejos pudo observar a sus muñecas, pedazos del librero donde solía guardarlas, a su padre y a su madre aun inconscientes en la tierra y corrió a socorrerlos, ahora sus lagrimas se combinaban con una sonrisa, sus padres estaban vivos, nada más importaba ya.  

Semanas después un campesino se encontraba recolectando leña cerca de un cráter que no recordaba que estuviera en ese lugar, había bebido hasta la madrugada y tenía mucha flojera, pero su mujer lo había despertado para ir por leña o de lo contrario no habría manera de preparar la comida, recordando estaba esa amenaza cuando un gran bostezo acompañado de un gran estiramiento de brazos interrumpió sus pensamientos y justo en la inhalación tragó algo que lo hizo toser de manera intempestiva, tan violentamente que lo hizo caer de rodillas, después de un momento, tras recuperar el aliento, un sonido a sus espaldas lo hizo voltear, vio que se trataba de un venadito, su estómago emitió un rugido muy fuerte y tuvo unas ganas incontrolables de bostezar.