jueves, julio 30, 2020

CUENTO: LA ESTRATEGIA DEL MILLÓN CONTRA EL COVID-19.



"La mente es como un paracaídas: 

sólo funciona si se abre." 

-Albert Einstein.

 


  En algún lugar del trópico, de cuyo nombre no quiero acordarme, las muertes por COVID-19 no cesaban y los contagios seguían en aumento, el gobierno ya había gastado millones de pesos en estrategias publicitarias, reconversiones hospitalarias y compras de burbujas itinerantes para afrontar la situación; sumando más de mil defunciones y promediando 200 contagios al día ya no se sabía qué más hacer.

   La ironía del asunto era que los ciudadanos no ponían un poco de su parte, de haberlo hecho los contagios seguramente hubiesen bajado considerablemente dándole un respiro a todo el sector salud.

   Justo cuando se pensaba que todo estaba perdido, un funcionario que administraba las redes sociales del gobernador encontró un comentario que llamó su atención en el twitter:

    -Les disminuyo el problema del contagio y hago que la gente se quede en casa.

   El funcionario pensó que estaba enloqueciendo al pensar que algún bueno para nada en las redes tuviese la solución a los problemas del contagio, pero también consideró que no tenía nada que perder, así que contactó al sujeto que hacía aquel ofrecimiento en las redes y se prometió ser muy asertivo ante la supuesta solución.

   Quedaron de verse en uno de los pocos lugares que lograron abrir durante la nueva normalidad, un café modesto que ofertaba sus productos orgánicos.

   El funcionario llegó primero y pidió un café expreso de cosecha veracruzana, para ser más específico, de la región de Coatepec, se notaba que trabajaba en el gobierno del estado porque hasta pareciera que el uniforme oficial en el sureste es la guayabera blanca manga larga, lentes de pasta, cabello peinado hacia atrás con harto gel´s y smartphone de última generación para twittear mejor los programas del gobierno.

   Estaba dándole un sorbo a su café cuando la campanilla de la puerta del establecimiento dio fe de la llegada de un sujeto de short con bolsas a los lados, piernas velludas, zapato de campismo con calcetines tan cortos que parecían inexistentes, lentes oscuros, arete en lóbulo izquierdo, playera de Dragón Ball y un nido enmarañado por cabello, sin ser rastas necesariamente.

   El funcionario pensó: -Tiene que ser una broma-, al verlo no sabía si se trataba de un indigente o del sujeto que le había ofrecido la solución a todos sus problemas, así que decidió preguntarle.

   -Joven, ¿usted es quien dice tener la solución a los contagios?

   -Así es mi estimado.

   -Bien. ¿Es usted médico?

   -Nop.

   - ¿Químico?

   -Nop.

   - ¿Biólogo?

   -Nop.

   - ¿Científico?, ¿Chamán?, ¿Brujo?

   -Bueno, creo que soy todo eso y más.

   -Entonces, ¿Cuál es su profesión?

   -Soy comunicólogo, bueno casi, porque no me he titulado.

   El funcionario no lo podía creer, estaba perdiendo su tiempo, buscó su billetera, tomó un billete de $200, lo tiró en la mesa, se puso de pie y, visiblemente molesto enfiló hacia la salida, justo cuando la campanilla avisó que estaban abriendo la puerta, se escuchó al comunicólogo, que aún no se titulaba pero que técnicamente ya era comunicólogo, gritarle al funcionario.

   - ¿No vas a escuchar mi propuesta?

 

   En la puerta el funcionario deteniendo la puerta,

   -Amigo creo que he venido a perder el tiempo, no creo que tengas nada que pueda interesarme.

   El comunicólogo muy confiado desde la mesa, mientras doblaba el billete y se lo guardaba en una de las bolsas laterales de su pantalón corto le respondió.

   -Solo te voy a decir una cosa, si estoy en lo correcto, puedes ir pensando en el mejor puesto que se te ocurra porque después de que esto funcione tu carrera política va a cambiar para siempre.

   El funcionario que, claramente ya había soñado con un mejor puesto en el gobierno lo pensó por un momento mientras estaba allí parado en la puerta mirando en dirección a su auto intentando no salir huyendo de lo que parecía una oportunidad para un futuro mejor, respiró profundamente y regresó a la mesa, con el comunicólogo que aún no se había titulado, tomó asiento y le dijo.

   -Bien, tienes toda mi atención.

   Una semana después en el bajo mundo de funcionarios de gobierno se rumoraba de una loca estrategia que los altos mandos del gobierno del estado implementarían para hacer que la gente se quedara en casa y que se daría conocer en la televisora del estado una tarde de lunes a las 05:10 pm.

   Y llegó el día, en cadena estatal de radio y tv así como en las cuentas oficiales se anunciaba la implementación de la estrategia que llevaría por nombre “La estrategia del millón”, para ello se ideó usar los medios de comunicación oficiales del estado para invitar a las ciudadanos ser parte de un juego llamado “UN MILLÓN CONTRA EL COVID”; para poder participar la gente debía estar pendiente de los diferentes medios de comunicación del gobierno del estado en donde se estarían dando pistas para formar cifras numéricas y, una vez que se dieran todas las pistas se les llamaría al azar a los participantes para preguntarles la cifra y así ganarse un millón de pesos.

   La estrategia parecía ridícula, pero obligaba a todos a quedarse en casa mirando el canal del estado ya que solo allí se darían las claves. Se desató una polémica por considerar aquello como una estrategia populista, pero el gasto que se haría era muy inferior a lo que ya se estaba gastando en salarios, insumos médicos y reconversiones hospitalarias, pusieron a prueba una semana el programa y las cifras de contagios disminuyeron dramáticamente.

   No hace falta decir que el funcionario que antes atendía redes se convirtió en diputado y llegó a ser atacado por pagar sueldos onerosos a un asesor estrafalario, un comunicólogo greñudo que según chismes de los medios, ni si quiera se había titulado.