miércoles, junio 11, 2014

HARAKIRI: UNA MULTA ANUNCIADA

"el ángel de la guarda se baja después de los 120 km/h"
Dicho popular moderno



Unos días atrás había estado mirando por la TV de paga una de las tantas películas de la serie Rápido y Furioso, esa donde los protagonistas se trepan a carros que solo en nuestros sueños podríamos poseer, a menos claro que nos dediquemos a alguna actividad ilegal como la mayoría de sus protagonistas, ¿apología del delito?, que va.

Como les iba diciendo, me enajenaba de esas escenas  llenas de acción, velocidad y adrenalina programando a mi cerebro para que la medida de lo posible mis “garras” tuviesen algún día la posibilidad de manejar un auto con esos motores groseros, cuya potencia sería desperdiciada en las maravillosas, y ausentes de baches, calles de Villahermosa; entonces decidí irme a dormir ese día resignado al saberme descalificado para siquiera poder comprar un deportivo, ni si quiera es realmente mi prioridad, yo solo quiero que me lo presten en un óvalo para saber qué se siente, dicen que en Mérida existe una empresa dedicada a brindar este servicio, lo vi con Oscar Cadena.

Al día siguiente por la noche me dispuse a ver, de nuevo, la película Annie Hall estelarizada por Diane Keaton y el siempre desesperante, pero genial, Woody Allen, por cierto que según la portada de la caja de DVD dice que esta película ganó el Oscar en 1977 a la “mejor película” de aquellos años.

Para muchos Woody Allen es un tipo asqueroso por aquello de que tuvo algo que ver con su hijastra y otras mañas con el sexo opuesto, sin embargo a mí se me hace un tipo genial por la forma en la que tiene tan bien trabajado su personaje, no he visto muchas películas de Allen, actuadas por él quiero decir, pero una que me gusta mucho es la de “Los Enredos de Harry”, es muy buena se las recomiendo.

Mi intento por mirar la película no fructificó puesto que el sueño me comenzó a seducir y opté por pausar el DVD y entregarme por completo a un sueño reparador puesto que a las 22:00 tenía que ir por mi madre al hospital, a esa hora termina su sesión de hemodiálisis, procedimiento para los pacientes de insuficiencia renal, si riñones, por medio del cual son conectados a una máquina que hace la función de riñón artificial limpiando las impurezas de la sangre.

Dormí justo una hora, el celular hizo sus trabajo y me despertó a la hora indicada, la verdad yo no quería levantarme pero de lo contrario llegaría tarde, el cuerpo me pesaba, caminé hasta el baño, eché una firma, fui al otro baño, me lavé la cara, me miré al espejo y me veía fatal, de por sí los años no han sido muy amables con mi rostro mis ojeras de perro viejo tampoco ayudaban, es más los ojos rojos, cualquiera juraría que me había fumado un porro, menudo aspecto el mío.

Abrí la nevera, el refri pues, nevera se escucha más internacional, ok no, y de allí tomé unas galletas, según yo algo tenía que levantarme, y que decisión tan más tonta tomada por un diabético, si lo soy y no tocaré ese tema ahora, puesto que el azúcar me vuelve más amodorrado y la falta de la misma tembloroso, pero bueno, a falta de un café negro bien cargado, que ni de chiste me quita el sueño, decidí comerme un par de Florentinas, creo que así se llaman, y salir volado para ir en busca de mi madre.

Al subir al auto no estaba de buenas, mira que despertarse de pronto cuando estás entrando en tu fase de sueño profundo no es nada agradable, entonces decidí que en ese estado casi zombi manejaría al estilo deportivo, con un Lancer 2009 estándar a la mano no podía evitar la tentación, mi carro de base era un Clásico 2011 de la VW, gobernadísimo del motor, siempre dije que me quedó a deber, y ahora me muevo en una Jeep Grand Cherokee 94 mexicana con una suspensión jodida, casi chatarra en la que mi velocidad máxima es de 60 km por hora.

No podía dejar pasar la ocasión para jugar con los cambios del Lancer 2009 el cual posee un motor muy silencioso y potente ya que al parecer debía tentar las 7000 revoluciones por minuto entre cambio y cambio para que el carro se sintiera presionado o trabajado, en realidad  lo digo por decir no sé nada de eso más lo que he aprendido manejando, la cosa es que me sentía como chamaquito en dulcería sin supervisión adulta corriendo a 100 si no es que más por la zona de periférico que pasa por las Gaviotas y el monumento a Colosio cuando de repente ¡zaz!, una torreta se asomó por mi espejo retrovisor, se me adelantó y me indicó que me detuviera.

Yo no sé si alguna vez les ha pasado que vienen tan clavados corriendo el coche que no miran otra cosa que no sea la carretera frente a ustedes y te olvidas de todo lo demás, bueno eso me ocurrió, de la patrulla de Transito del Estado bajó un oficial y se asomó hasta mi ventanilla y me dijo: - joven, venía usted a una velocidad inmoderada y además sin luces traseras., ¡en la madre!, pensé yo, ni cómo hacerme el digno, la verdad es que si le había metido sabroso el acelerador al Lancer y cambiando las velocidades como aquel que sabía lo que hacía, entrando la curva a 100 km/h e inmediatamente bajando de quinta a tercera para una vez a la mitad de la misma volver a acelerar subiendo a cuarta y después a quinta, no podía negar lo que era evidente, iba corriendo el carrito.

En el momento me resigné, solamente una par de veces he entrado en dimes y diretes con los señores tránsitos del estado de Tabasco porque la verdad siempre que me han agarrado es porque he tenido la culpa, y si no lo voy a negar también un par de veces he tenido que aflojar una lana para que no me quiten la bendita licencia o tarjeta de circulación, que según dicen los entendidos no tendría por qué ser, y confieso todo esto porque hay que ser parejos, así como nos quejamos de la corrupción y la transa hay que admitir cuando uno la riega, para no hacérselas más cansada muy resignado no le contesté nada al poli y sin esperar a que me lo pidiera saqué mi licencia y la tarjeta de circulación, la cual no encontraba porque hasta eso, el auto no era mío sino de mi hermano.

El oficial me preguntó hacia dónde me dirigía, yo le dije que al hospital, me preguntó que si allí trabajaba le dije que no, que iba por mi madre al servicio de hemodiálisis, y el oficial me dijo, entonces o están esperando, miré el reloj y vi que ciertamente se me estaba haciendo tarde, aún no despertaba del todo de mi estado zombi porque luego luego el oficial me pregunto si había ingerido algo de alcohol le dije que no, como podrán recordar mi cara no me ayudaba nada, inmediatamente después el señor oficial procedió a recordarme que mis luces raseras estaban apagadas, y es que al cambiar de coche, pues yo traigo una camioneta, los controles de las luces se me cuatrapean, como decía Pedro Infante, y olvido encenderlas ,afortunadamente estos autos modernos encienden automáticamente por lo menos las luces delanteras, procedí a encenderlas, el oficial pensó que estaba accionando el stop del auto, pero le respondí que no, entonces me dijo: -¡Ya vio joven ahora sí!

Ya me había hecho a la idea de tener que ir a dar vueltas a tránsito del estado a rescatar mi licencia y pagar mi multota, justo ahora que ni dinero tengo, cuando entonces se arranca el oficial con las recomendaciones las cuales entre mi sueño y mi casi estado de shock por ser multado recuerdo que iba más o menos así: -Joven debe conducir con cuidado, hay muchos accidentes, imagínese usted viene corriendo, se choca, le pasa algo, y no solo a usted, a alguien más, y todavía tiene a su mamacita enferma, ya van a ser dos enfermos en la familia, hay que ser conscientes.

Híjole en ese momento me vino a la mente el chiste que escuché en una conferencia del Miguel Ángel Cornejo, en mis días de prepa, al decir que el ángel de la guarda se baja a los 120 km/h, porque de ahí en adelante suele decir que el cliente se mate solo, y si nos metemos más a una cuestión espiritual posiblemente el hecho de que me hayan detenido fue como una señal divina de, te vas amatar pendejo ¡bájale de huevos! O al acelerador como quieran decirle, depende de que tan ñera o guarra sea su voz en off celestial, como quien dice dios me los mandó, porque debo admitir que venía tan concentrado corriendo y tratando de no estrellarme que nunca los vi llegar a los oficiales, cual policías de caminos de esos gringos que se agazapan detrás de letreros o arbustos salieron de la nada.

Después de escuchar las recomendaciones del oficial estaba listo para firmar mi boleta de infracción cuando el uniformado me entregó mi licencia t mi tarjeta de circulación y se despidió recomendándome que condujera con cuidado, me dio la mano me dijo buenas noches y casi casi hasta la bendición, no había salido de un shock para luego luego entrar a otro, el “trancho” no me había infraccionado ni pedido dinero, ya saben el clásico, ¡ayúdese que yo le ayudaré!, o ese que usa su libretita de infracciones la abre y te dice ¡déjelo caer aquí!, ¡wow!, nada de eso.


Siempre había cuestionado de el por qué todos los policías de caminos y federales olvidaban la exhortación y se iban inmediatamente a la infracción o a la confrontación con el conductor, se me hacía de muy mala leche, pero esa noche comprobé que aún quedan oficiales honestos y con principios que tienen sentido común y lo usan, criterio vaya, estoy seguro que el oficial al saber que me dirigía al hospital decidió no multarme o no retenerme más tiempo, y se lo agradezco, lástima que seguía en estado zombi y no anoté el número de patrulla para darle el crédito que se merece, por eso este texto se lo dedico a todos los oficiales de las carreteras estatales y federales que realizan su trabajo con profesionalismo y aplicando un criterio lúcido y justo, por supuesto a Dios, o mi ángel de la guarda que decidió pedir refuerzos antes de dejarme matarme solo.