jueves, marzo 22, 2012

HARAKIRI: SI NO LO AYUDAS, NO LO JODAS


Y ahí estaba, como siempre, tratando de contagiar a otros de mi preocupación por las cosas locas que ocurren en nuestro México con el tráfico de influencias, específicamente con el caso expuesto por la revista PROCESO sobre el tema  Cassez (http://www.proceso.com.mx/?p=301542), cuando apareció de repente y me cuestionó sobre la confiabilidad de la fuente, me tomó por sorpresa, casi tartamudee al defender la revista PROCESO y a su fundador Julio Scherer García, pero nuevamente me cuestionaba sobre lo que allí se escribía, -¡son notarojeros!-, me decía con desprecio, me insinuaba que estaban vendidos, yo intenté defenderme diciendo que cada publicación manejaba intereses de índole político pero que no había visto hacia qué partido de inclinaba el semanario.

-¡Además no solo leo PROCESO, también LA JORNADA, CNN EXPANSIÓN y a veces hasta REPORTE INDIGO!-, le dije, tratando de hacerle ver que buscaba otras versiones de la noticia, pero no fui lo suficientemente certero con mis afirmaciones, ella se había metido a mi conversación y convertido en la ponente que en ese momento llevaba la batuta, -¡En México así es el tráfico de influencias, y no puedes hacer nada, estás solo contra esa mafia!.

Me dejó sin palabras, yo no tenía argumentos, más bien no me atrevía a contradecirla, tal vez ella no se dio cuenta pero juraría que en algún momento casi se le quebró la voz cuando me contaba de cómo era inútil tratar de enderezar las cosas porque siempre habría alguien que te metería el pie, me lo decía ella apasionada, me lo decía ella, la abogada de profesión que seguramente en alguna etapa de su pasado o presente profesional se había topado con el muro de “aquí no ha pasado nada” y el clásico “aquí se hace lo que yo digo”, obstáculos que le golpearon el ideal de querer hacer lo correcto ante todo, con esto no digo que lo haya abandonado, en la medida de lo posible ha luchado siempre por lo correcto, y hasta donde su poder le ha permitido ha aplicado el mandamiento de los que trabajamos haciendo cosas que no siempre nos parecen éticas, el mandamiento que solo se pudo haber acuñado en México porque en otra parte no sonaría tan orgullosamente nuestro y apasionado, como grito de guerra, un mandamiento que reza así : ¡Si no lo ayudas, no lo jodas!

Ya más calmada me dijo: -acuerdate que tienes hija, familia, tu deber es educar bien a tu hija, no tirar basura en la calle, no pasarte el alto, pagar tus impuestos, ser feliz con lo que tienes, porque no puedes hacer más, o te puede pasar algo-, triste pero cierto.

Guardé silencio, ya no pude decir más, por un momento me avergoncé de ser un soñador idealista, como seguramente lo fue ella, que aún pensaba que los malos por ser malos serían castigados, sentí indignación  por aquellos periodistas que hartos de las chingaderas que cometen políticos y hombres de negocios arriesgan el pellejo para darlo a conocer a la opinión pública, sin que los apoyemos, tampoco los encargados  de impartir justicia en nuestro país que no hacen otra cosa que tomar el periódico o revista donde se escribe la nota o artículo que denuncia la corrupción, el atropello, la extorción y el asesinato y llevársela al baño para no gastarse el papel higiénico de la oficina, porque el que había se lo llevan  a su casa para no comprar.

De no tener qué decir pase al “mucho que pensar”, y deduje que las gentes con buenas intenciones terminan siendo villanos en su afán de hacer lo que es correcto para ellos, concluí que así nacen los dictadores, los antihéroes, los vengadores anónimos, los practicantes del ojo por ojo, diente por diente, los revolucionarios, los locos que alguna vez practicaron el amor al prójimo y la no violencia y que al verse rebasados por la realidad y la crueldad del mundo se autonombraron salvadores de quienes no quieren ser salvados.

Yo lo único que decía, antes de que me dijeran cómo funcionan las cosas en el mundo real, es que me daría mucho miedo, de ser cierto, que gente como la que menciona el artículo de PROCESO, puede hacer lo que quiera por ser amigo de las personas adecuadas y que realmente eso no nos importa hasta que somos nosotros los afectados, ella no me dijo nada que no supiera, pero me aterrizó de nuevo a la realidad, ciertamente no puedo luchar contra los “malos”, pero me seguiré informando de sus movimientos, al mismo tiempo que claro, saco la basura, pago mis impuestos y trato de hacer de mi hija una persona de bien. 

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