"Heme aquí,
ya al final,
y todavía no sé qué cara le daré a la muerte."
- Rosario Castellanos.
VIII
Si algo se
aprende en las películas y series de acción es que cuando necesitas entrar a
algún lugar -o salir- casi siempre existe más de una puerta, no sé en qué
consiste tal cosa, posiblemente desde la época de las cavernas el ser humano
descubrió que era buena idea contar con más de una puerta en los refugios.
Muchos pueden considerar una ofensa
el hecho de tener que salir por una puerta trasera, muchos otros pensarán que
una puerta trasera es la invitación a hacer algo ilegal, sobre todo si no
cuentas con la llave y tienes que forzar la cerradura o entras sin permiso,
puede ser el cielo o el infierno, puedes entrar o salir, pero si no se trata de
la puerta principal es porque no quieres que te vean salir o entrar; en mi caso
no quería que el gorila de la entrada me viera entrar.
El bar olimpo contaba con un par de
accesos independientes al principal, uno se encontraba en la parte lateral del
edificio en un callejón y el otro era por la parte trasera donde se accesaba a
la cocina del bar, justo ahí se podía salir a dejar la basura para que el
camión recolector se llevara las bolsas, por allí decidí entrar, la gente de la
cocina está demasiado ocupada como para preguntar qué hace uno ahí.
Necesitaba encontrar a mi clienta,
en eso escuché un alboroto en la cocina.
-¡Bonita! aléjate de la basura…
Decidí ir a ver qué estaba pasando y
cuando por fin logré ver de lo que se trataba no lo podía creer, se trataba de
la Rottweiler que hurgaba en los desperdicios de la cocina, si un portero sin
suerte no es portero, no puedo imaginar lo que un detective sin suerte podría
ser, ignoraba qué tan agresiva podía ser la “Bonita” así que vi que alguien
había dejado marinando unas chuletas por lo que me tomé la libertad de tomar
una prestada para llamar la atención de la “Boni”, cosa que no fue muy difícil
ya que seguramente después de haber andado vagando por las calles unos días
tendría la suficiente hambre como para no despreciar una carnada como la que
estaba usando, para coronar mi suerte todavía traía consigo el collar y una
herida profunda e la cabeza, seguramente habían tratado de quitárselo, a veces
me salía lo temerario pero un animal así lo mejor era que la dueña se encargara
de ella, una vez que tuve su atención
caminé por el pasillo y me topé con uno de mis amigos de “Los ya merito”, le
pregunté por Amalia y me indicó donde encontrarla no sin antes sobarle el lomo
a “Boni”.
Enfilé al área de camerinos y sin
tocar la puerta entré al de Amalia, estaba frente al espejo, dándole la
espalda a la puerta, la verme entrar me regaló una sonrisa pero al escuchar un
ladrido brincó de la emoción, “Bonita” movía el rabo que alguna vez había sido
cola pero que les cortan a esos perros
de la raza, alguna vez había leído que los amantes de los perros lo
consideraban una mutilación cruel, y cómo no, a nadie le gustaría que le
mocharan ninguna parte del cuerpo nomás por capricho.
Le dí a la Boni su chuleta y Amalia
la abrazaba con ternura.
-Mi Bonita, eres una traviesa me
tenías preocupada, te llevaste el collar de mamá, ¡perra mala!, detective eres
mi héroe- se abalanzó contra mí y me besó, en ese momento pensé que con esa
misma boca había besado a la perra pero bueno, una erección instantánea me
indico que eso a mí pene no le importaba que estaba bien, que era soportable,
porque seguramente lo que vendría después estaría mucho mejor, entonces mi
cerebro le indicó a mi pene que se dejara se estupideces y le bajara a su
calentura porque normalmente cuando uno muere las posibilidades de volver a
coger son escasas así que con todo el dolor de mi corazón despegué de mis
labios a aquella mujer que los mordía con pasión y tuve que ponerme serio por
un momento.
-No quiero ser aguafiestas pero
ahora mismo me vas a decir por qué tienes un collar de millones de dólares en
tu poder muchachita.
-¿Ahora eres policía detective?
-No es eso lo que pasa es que existe
la posibilidad de que nos maten por esta cosa, ¿acaso no te importa morir?
-Hay que estar preparado para todo
cariño, cuando no tienes nada que perder vale la pena correr riesgos.
-Pero de qué hablas mujer, si te
atrapan vas a terminar en la cárcel por el resto de tus días, estamos hablando
de un asunto internacional, ¿apoco crees que puedes salir a la calle y vender
una pieza como esta?
-Mira chico listo, ¿tú crees que
esto es vida?; tener que salir a bailar casi desnuda todas las noches para un
grupo de pervertidos y aguantar sus estupideces no es mi sueño dorado, si esto
sale bien podré largarme de esta maldita ciudad, irme a Europa, París tal vez,
vivir la vida en grande, aún me quedan sueños detective, así como tu cumpliste
el tuyo resolviendo mi caso yo también tengo los míos.
-Y no seré yo quien los trunque pero
¿cómo te involucraste en esto?
-¿Recuerdas que te conté que
audicioné para ser una Mercenaria de Afrodita?
-¡Si!
-Bueno, “Mercenarias de Afrodita” no
es solo un grupo de baile, además de bailar hacemos “trabajos”.
-¿Qué clase de trabajos?
-Robos, extorciones,
falsificaciones, etc., todo lo que nos ordene nuestra jefa, Afrodita.
-¿Afrodita?
-Afrodita es su nombre “artístico”,
se trata de un exmilitar que fue dado de baja cuando se supo que le gustaba
vestirse de mujer, fue miembro de muchas bandas de asalta bancos pero los
golpes que daban no eran muy buenos, cuando juntó una buena cantidad de dinero
compró este bar y se convirtió en Afrodita, yo fui de las ultimas en ser
reclutadas, las demás chicas que me acompañan tiene más tiempo con él, todas
tienen alguna habilidad, manejo de arma de fuego, combate cuerpo a cuerpo, algo
de informática, y a mí me reclutaron porque sé bailar, no se puede pretender
ser un grupo de baile sin una coreógrafa.
-¡Wow!, pensé que la de combate
cuerpo a cuerpo eras tú, porque lo haces muy bien.
-No te burles.
-¿Y cómo se involucran en este
asunto del collar?
-Por
el Sr. Eulogio…
-El
jefe de la policía…
-Así
es, él fue comandante de “Afrodita” en el ejército y también formó parte de la
banda que robaba bancos, inició de guardaespaldas de
un político y terminó siendo el jefe de la policía de la ciudad. El Sr. Eulogio
es contacto de mafiosos de mucho prestigio, me imagino que sabes que el collar
fue robado en Japón y se estableció una ruta para ocultarlo de las autoridades
internacionales, pactaron traerlo aquí para hacer el intercambio con un
comprador y eso se hará esta noche, si no hubieses dado con “Boni” y la joya
estaría en graves problemas.
-Muy
inteligente de parte de los ladrones venir a hacer el trato hasta “el culo del
mundo” para no ser detectados, me imagino que saben el nivel de corrupción y
gran eficacia de la policía del país para casos como este.
-Sí,
estuve a punto de echar todo a perder por estar jugando con “Boni”, me dieron a
guardar la joya, me puse a jugar con ella la muy ingrata se largó con el
collar.
En ese momento se abrió la puerta
del camerino tomándonos por sorpresa, se trataba del Sr. Eulogio.
-Pero miren qué tenemos aquí,
¿interrumpo algo?
Amalia se puso
nerviosa pero fue la primera en hablar.
-No es lo que crees, el Sr. Vargas
ya se iba.
-¡Hombre! ¿Pero por qué tan pronto?,
Sr. Vargas quédese, acompáñenos, tendremos una velada interesante, esta noche
es muy importante para nosotros, esta noche le daremos la bienvenida a una
mejor vida.
El Sr. Eulogio
chasqueó los dedos y al camerino entró mi amigo “el gorila” con
un maletín negro, el jefe de la policía extendió la mano en dirección a Amalia
quien tenía el collar en las manos, esta se lo entregó y el Sr. Eulogio lo
guardó en el maletín.
-Chiquilín, llévalo a mi mesa y
espérame ahí- le ordeno al “gorila”.
-Pues si esta noche es de
celebraciones no me gustaría importunar Sr. Eulogio.- dije para no verme tan
sorprendido.
-Es gracioso, justo en este momento
me imagino esta escena como para alguno de sus relatos Sr. Vargas, ¿o quizá
debería llamarle detective Vargas?
En ese momento
me di cuenta que todo había terminado para mí.
-Déjeme decirle que como locutor y
escritor posee un nivel decente, pero como detective deja mucho que desear mi
estimado, ustedes los escritores piensan que los asuntos policiacos son cosa de
juego, quieren ser “espías poéticos”, vivir la adrenalina, pero al parecer a
usted no le bastó con la ficción, quería experimentar la realidad, no lo culpo,
en los relatos y las novelas de detectives siempre hay una mujer hermosa,
emociones fuertes, autos rápidos, etc., pero a riesgo de sonar como villano de
película usted metió las narices en donde no debía, después de nuestro
encuentro casual me di a la tarea de mandarle a uno de mi muchachos, hasta me
pareció simpático el que decidiera hacerse detective, pero cuando me reportó
que ésta mal agradecida lo visitaba la cosa ya no me pareció tan graciosa, pero
no lo culpo, Amalia es una mujer hermosa y dudo que haya quien se resista a sus
encantos, desafortunadamente para usted no se encuentra disponible, en cuestión
de putas no soy compartido.
-Cuide sus palabras Don Eulogio se
puede atragantar.
-No sea imbécil escritor, no está en
posición de amenazarme, es una lástima que no viva para ver cómo aumentan las
ventas de sus libros, normalmente un escritor mediocre como usted no vende
muchos libros cuando está vivo, pero una vez que muere se incrementan
dramáticamente las ventas.
Al parecer a
Boni no le había gustado que me amenazara aquel sujeto porque comenzó a
ladrarle sin parar y le mostraba los dientes.
-Te lo advierto Amalia controla ese animal o te juro que la mato.
Eulogio
sacó una pistola y le apuntó a “Boni” quien no dejaba de ladrar, Amalia trataba
de apaciguarla pero la perra ya presentía las malas intenciones de aquel hombre
y no obedecía a su dueña, llegó el momento en que no pudo retenerla más y se le
fue de las manos, los reflejos del viejo
comandante del ejército y ex guardaespaldas aún eran finos y logró dispararle a
“Bonita” que se desangraba en la alfombra del pequeño camerino, la reacción de
Amalia fue arrojarse al cuerpo de su amiga y compañera, la miré inmóvil por un
instante sintiéndome impotente pero algo me hizo reaccionar y decidí enfrentar
Don Eulogio, como un Kamikaze me fui sobre él, fue un suicidio, no me puse a
pensar que nunca sería más rápido que “Boni” y mucho menos más rápido que una
bala, caí como un tronco a un lado de la valiente can, alcancé a ver el rostro
horrorizado de Amalia y como era jaloneada por el jefe de la policía mientras
la sacaba del lugar.
Siempre
me he preguntado de el por qué la saña de dar el tiro de gracia cuando le
disparan a la gente, ese día más que cualquier otro valoré el hecho de que
cuando pretendes matar a alguien debes asegurarte de que está bien muerto
porque de lo contrario, si lo dejaste medio muerto o herido, regresará de entre
los difuntos para llevarte con él o para regalarte un boleto al mismísimo
infierno; nuevamente la suerte estuvo de mi parte, el chaleco que traía aunado
a la prisa de mi asesino hicieron el milagro de mantenerme con vida me lo qiuité enseguida para revisarme, a esas
alturas del partido solo me importaba Amalia, tenía que rescatarla, por mí el
collar se podía ir al diablo junto con todas las Mercenaria de Afrodita, a como
pude me puse de pie, Bonita no corrió con la misma suerte, juré vengar a mi
amiga, la cubrí con una capa llena de lentejuelas y salí a buscar a nuestro
verdugo.
Caminé
tras bambalinas, era un buen lugar para ver lo que harían con la joya, a pesar
de la oscuridad logré ver en una mesa al jefe de la policía, Amalia, al gorila
y tres tipos asiáticos de muy mala cara, supuse que serían los compradores,
rápidamente supe qué hacer, al más puro estilo de Yojimbo alborotaría el
avispero para crear una confusión, nunca ha sido un misterio el saber que los
nervios y la adrenalina están a flor de piel cuando se hacen ese tipo de
negocios, nadie confía en nadie así que solo basta alguna imprudencia de
cualquiera de los dos bandos, vendedor y comprador, traficante y consumidor, mercenario y patrón, para que se inicie una
trifulca, y como yo no era el detective que el mundo esperaba tomé mi pistola,
apunté hacia la mesa y me dispuse a disparar, y todo hubiese sido perfecto de
no haber sido por “Afrodita” que con una llave china al cuello me tomó de
sorpresa intentando ahorcarme, solté el arma, la fuerza del travesti era
considerable, me estaba sacando de balance, se me estaba acabando el aire, su
técnica era buena mi tráquea daba fe de eso, así que no podía perder más
tiempo, traté de guardar la calma, usé mi cabeza para darle un golpe en la
nariz, funcionó y aunque me dolió mucho logré ese par de segundos que
necesitaba para bajar mi centro de gravedad y proyectarlo hacia el frente por
encima de mí, técnica básica de judo, con eso logré evitar que me estrangulara,
inmediatamente busqué con la mirada el arma una vez que logré encontrarla quise
ir por ella pero aún me quedaba un tanto lejos, Afrodita se incorporaba y
también había visto la pistola, entonces
ejecuté un accidentado ukemi, rodamiento, en dirección del arma ganándole a mi
agresor, una vez que la tuve en mis manos le disparé un par de veces,
sorpresivamente di en el blanco, pude escuchar la conmoción el área de mesas y
unos disparos más, todo era confusión, debido a la poca luz se podía ver
claramente el color de la metralla que iba de un lugar a otro, mi intención de
crear un pandemónium había funcionado, no como lo había pensado originalmente
pero igual funcionaba, ya viendo el desmadre yo también me animé a disparar,
fue mala idea porque me convertí en un imán de balas, me cubrí a como pude,
traté de encontrar un patrón en los disparos, una pausa que me permitiera
correr a un lugar más seguro, después de tratar de agarrarle el ritmo a la
balacera lo conseguí, salí de mi escondite y corrí hacia la barra pero no
contaba con la ráfaga de una pequeña uzzi que
me alcanzó, me hizo perder el equilibrio, sentí dolor y comencé a
sangrar como puerco, logré acomodarme detrás de la barra, así como como llegué
aquí, creo que no voy a salir de esta, y todo por ese libro del Belascoarán, me
pregunto que hubiera hecho él en este caso, eso nunca lo sabré porque en
ocasiones la libraba chido y en otras tendía a quedarse cojo y tuerto debido a
sus ideas kamikazes, y no se me antojaba semejante panorama para mí, me
intrigaba saber qué tanto podía sangrar sin desmayarme o algo por el estilo, necesitaba
encontrar a Amalia, me asomo por el borde lateral de la barra y no logro verla,
me arrastro hasta el otro lado y vuelvo a asomarme y logro ver al Sr. Eulogio
guarecido bajo una de las mesas, necesitaba hacerlo salir de allí al hijo de
puta, entonces recordé la ocasión en la que Belascoarán usó combustible de
encendedor para chingarse a unos monos que lo vigilaban, no cuento con ese
líquido, entonces veo una botella de brandy, rasgo un pedazo de tela de mi
camisa e improviso una bomba molotov, siempre he dicho que fumes o no fumes es
importante llevar contigo un encendedor, nunca sabes cuándo necesitaras iniciar
un incendio, todo el bar tenía piso de alfombra, así que la cosa se pondría
buena si funcionaba, ahora me asomo por encima de la barra y me dispongo a
lanzar mi cóctel molotov el cual vuela por los aires en busca de su víctima,
cae presuroso y se estrella contra la mesa derramando fuego líquido por
doquier, el pobre diablo de Eulogio es sorprendido, no se esperaba una maniobra
de ese tipo, sus ropa es alcanzada por las llamas y corre por todas partes como
gallina decapitada, trata de sofocar las llamas que danzan en su cuerpo y yo como
chamaquito en tiro al blanco de la feria le apunto intentando acertarle,
entonces me doy cuenta que aunque está a punto de morir quemado el hijo de la
chingada no suelta el portafolios con el collar, de repente sigo el consejo de
las pelis donde enseñan a tirar, aguanto la respiración y le apunto al
desgraciado, y digo a manera de sentencia:
-Esta va por ti Boni- ¡Bang!, grita
el cañón de la pistola que escupe una bala que cual saeta veloz se incrusta en
la cabeza de aquel infeliz derribándolo de manera violenta cayendo en la
alfombra que poco a poco comienza a incendiarse a su alrededor, entonces veo
salir de entre las sombras a mi clienta que presurosa se dirige hacia Eulogio,
corre en busca del maletín, algo en el pecho me dice que es mala idea, entonces
brinco por sobre la barra para intentar interceptarla pero ella está más cerca
y cuando al fin llega hasta la maleta para tomarla el maldito Eulogio sacando
fuerzas de no sé dónde diablos le dispara a la Mercenaria de Afrodita, siento
una especie de relámpago que me golpea por la espalda, caigo inmediatamente,
unos zapatos negros cruzan frente a mí, trato de ver de quién se trata, no
logro ver bien, el dueño de los zapatos camina hasta el cuerpo de Amalia y toma
el maletín, se retira no sin antes descargar su arma en el cuerpo de Eulogio,
lo patea y luego lo escupe, no toma en cuenta a Amalia, ya ni siquiera se fija
en mí, tira el arma y se aleja lentamente entre el humo fantasmal creado por la
quema de la alfombra, me arrastro hasta mi clienta, lo hago con dificultad,
curiosamente no siento dolor, posiblemente estoy muriendo, tal vez así sea
morir, llego hasta ella y me acuesto a su lado, logro ver lágrimas en sus ojos,
aún está viva.
-Yo…so…solo
quería ser feliz.
-No
seas tontita, lo serás- le digo tratando de animarla, de mantenerla en este
mundo, a lo lejos puedo escuchar sirenas, no sé si de policía, ambulancias o
qué sé yo, la contemplo tratando de grabarme su rostro en mi jodida memoria
pero es inútil es posible que mis neuronas no lo logren, el humo es cada vez
más fuerte en el lugar ya casi no se puede ver nada, me resisto a dejarla allí,
pero no puedo levantarme y mucho menos cargarla, de pronto siento que su mano
toca mi entrepierna, me acerca hacia ella para decirme algo al oído.
-Ya
no podré desestresarme y despertarte como te gusta- cerró los ojos y sentí como
perdían fuerza sus manos, era todo, se había ido, la estreché entre mi brazos y
todo ardía alrededor, me iría con ella, era lo justo, no había podido
protegerla pero entonces sentía que alguien tiraba de mí, como por reflejo me
solté pero volvieron a sujetarme y finalmente me sacaron del bar, se trataba de
los bomberos, me colocaron en una camilla y me subieron a una ambulancia,
decidí cerrar los ojos y no despertar jamás como en la canción de Emmanuel.
Ha
pasado un mes desde los acontecimientos del bar Olimpo, gracias a algunos
contactos me escabullí pronto de indagaciones inútiles con la policía, el
pendejo de Eulogio fue homenajeado ya que había caído en el cumplimiento de su
deber intentando detener a unos sicarios, no se hizo mención alguna del collar,
ni de Afrodita, ni de mi Amalia, pienso que lo único que puedo hacer para
mantener intacto su recuerdo es escribir una historia donde pueda darle el
final feliz que quería.
El
saldo de esta aventura detectivesca no ha sido nada favorable, un par de
heridas de bala, una diosa muerta, un corazón roto y unas jodidas ganas llorar
que solo se quedan en ganas, creo que ando estreñido de los ojos.
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MERCENARIAS DE AFRODITA
Israel Montalvo/Lalo Vargas
LOS YA MERITO
Cuando sientas que las cosas van mal,
y que estas no pueden empeorar,
prepárate un buen café,
y con cianuro tal vez sepa bien.
Si sufres de algún mal de amores,
ya no dibujas flechas con corazones,
te hace falta una caricia,
y no te dan ni las noticias.
Mercenarias de Afrodita, “señoras” y “señoritas”,
siempre ofrecen un ¡te quiero!, a cambio de tu dinero,
Mercenarias de Afrodita, “señoras” y “señoritas”,
siempre ofrecen un ¡te quiero!, a cambio de tu dinero.
Si caminas por el boulevard,
en las esquinas las encontraras,
con sus caricias te consolaras,
pero el dinero tendrás que mostrar.
Mercenarias de Afrodita, “señoras” y “señoritas”,
Siempre ofrecen un ¡te quiero! a cambio de tu dinero