“Los
periodistas se han extraviado en el laberinto de una tecnología disparada sin
control hacia el futuro”.
–Gabriel García Márquez.
En el año 2016 el mundo del
periodismo recibía con recelo la noticia de que el prestigiado diario “The
Washington Post” emplearía un sistema basado en inteligencia artificial para la
elaboración y publicación de noticias básicas relacionadas con los Juegos
Olímpicos de Río 2016.
En concreto,
el sistema se dedicaría a recopilar información sobre los resultados de las
distintas competiciones y, con los mismos, generaría noticias que se
publicarían automáticamente sin supervisión humana, al menos en un principio,
en la web del diario así como sus cuentas de redes sociales.
Se
trataba de una especie de “robot reportero” ya que operaba a base de
inteligencia artificial, si bien solo se trataba de un programa de computadora
los periodistas ortodoxos no veían con buenos ojos la implementación de una
máquina en un oficio tan humano como el de la prensa escrita.
Bajo el
argumento de que los reporteros solían tardar demasiado en darle forma a la
noticia, y ante la apremiante necesidad de ser el medio más rápido en publicar
notas de gran relevancia, se solían cometer errores ortográficos, especialmente
en redes sociales y ni que decir de las ediciones digitales de los diarios, con
el nuevo robot reportero esas cosas no sucederían más.
En su
momento muchos ya habían advertido la desaparición del periódico tradicional con
la llegada de los diarios online; estos, además de no necesitar papel, usaban
elementos multimedia logrando hacer de un diario en línea un medio
multiplataforma gracias al uso de videos, audios, animaciones y fotografías. Eran
los días en los que muchos habían declarado la muerte del “periódico
tradicional”, la desaparición del periódico en papel, los ecologistas tal vez
lo celebraron, pero millones de personas dependían de la gran industria del
periódico impreso, no solo se trataba de noticias y publicidad, hablamos de
compañías que vendían las rotativas, el papel, las tintas o toners, los
repartidores y voceadores, todo un mundo dependía de que el diario impreso
siguiera existiendo.
De alguna manera la prensa en papel consiguió
amalgamarse con las nuevas tecnologías y se mantuvo vigente aunque en una menor
proporción, con menos hojas, menos contenido, ahora el grueso de la información
se manejaba en el sitio web del periódico y era más audiovisual, hubo
prestigiados diarios que dieron el salto al formato digital de manera rotunda,
dejaron de publicar en papel, sacrificaron esa parte de su estructura para
poder seguir vigentes, muchos perdieron su trabajo ya que no se ajustaron a los
nuevos estándares de las publicaciones digitales.
El
debate por la creación del nuevo “robot reportero” del diario “The Washington
Post” llamado el “Reportgraph” no se hizo esperar. Los creadores descartaban
por completo que dicho programa desplazara a los reporteros tradicionales, más
bien se decía que los liberaba de alguna forma permitiéndoles concentrarse en
artículos y reportajes más elaborados puesto que esos llevaban más tiempo en
pulirse.
La
prueba piloto del “Reportgraph” se
efectuó durante los juegos olímpicos de Río con resultados aceptables, los
reportes sobre resultados de medallas y nuevos records mundiales fueron notificados
por el Washington Post antes que ningún otro medio conocido. Su efectividad
quedó demostrada durante la justa olímpica permitiendo al diario presumir que
habían sido los más rápidos y oportunos informando al mundo sobre lo ocurrido
en los juegos. Eso solo había sido el inicio; la prueba de fuego del “Reportgraph”
sería en las elecciones de los Estados
Unidos, elecciones que se presumían históricas por lo controversial de los
candidatos que disputaban la presidencia del país más poderoso del planeta
tierra.
Y fue
allí donde todo comenzó; días antes de la primera vuelta en las elecciones americanas
el “Reportgraph” comenzó a publicar una
serie de notas en las que se afirmaba que el candidato del partido republicano
había hecho declaraciones en contra del Estado Islámico que trajo como
resultado una respuesta violenta de parte de los simpatizantes radicales del
islamismo desatando una ola de ataques terroristas en toda la unión americana,
aunado a esto el robot reportero difundió supuestos documentos “secretos” en
donde se evidenciaban las presuntas intenciones del candidato republicano de
llevar a cabo incursiones bélicas en varios países declarados “non gratos” para
Norteamérica una vez que ganara la presidencia y de esa manera generar
ganancias en la industria armamentista donde el candidato y sus socios poseían
gran cantidad de acciones.
La
reacción de la ultraderecha nacionalista americana fue salir a las calles para
hacer justicia por su propia mano ya que al parecer la policía no lograba
detener los ataques terroristas, se generó una revuelta alimentada a base de
rumores, parecía increíble que en plena era de las comunicaciones la
desinformación pudiera ocasionar tanto caos, el periódico fue cuestionado
severamente, las principales agencias de inteligencia americana intentaron
acceder al servidor del periódico para investigar lo que pasaba con el “Reportgraph”
pero en el diario no podían explicar la
razón por la cual el software había generado ese tipo de noticias, a la semana
de iniciarse las revueltas en la unión americana comenzó a circular en internet
un comunicado de un ciberterrorista que se hizo llamar así mismo “The
Journalist”, en un video publicado en las principales redes sociales explicaba
que había atacado el servidor del periódico “The Washington Post” infectando al
robot reportero generador de noticias, programado con inteligencia artificial,
con un virus llamado “The Yelow Kid”.
El
trabajo de aquel virus consistía en hacer que el software “Reportgraph” publicara
notas amarillistas y alarmistas que aprovechando la “viralidad” con que se
propagaban llegaran, con ayuda de un algoritmo especial basado en la
preferencia de búsqueda en internet, a personas con ciertos perfiles
psicológicos alimentando los temores y odios de estos así como de los grupos
radicales del país para crear una oleada de violencia desmedida, nada mejor que
la plataforma de ese prestigiado diario para esparcir ese tipo de material
amarillista.
La razón de este ataque no era otra que una
forma de protesta por el uso desmedido de la tecnología en el periodismo
escrito ya que según “The Journalist”
los métodos tradicionales de la redacción noticiosa debían conservarse
tal cual se conocían antes de la inclusión de “robots” generadores de noticias,
advirtió que desde el salto del papel al formato digital en los diarios en todo
el mundo, miles de personas habían perdido su trabajo puesto que fueron
desplazados por no adaptarse a las nuevas tecnologías, eso también había
afectado a dueños de diarios más pequeños que al no actualizarse se vieron en
la necesidad de cerrar sus periódicos.
La
intervención de las principales agencias de seguridad del país americano en el
servidor del diario “The Washington Post” no se hizo esperar, intentaron
hackear el “Reporgraph” pero fue mala idea, el virus había aprovechado este
movimiento para trasladarse hasta los servidores del pentágono. Se trataba de
uno de los ciberataques más peligrosos de la historia. La velocidad con la que
el virus rompía con todas las protecciones de los servidores militares era
impresionante. Por fin “The Yelow kid” tuvo acceso a cohetes teledirigidos, el
resultado fue devastador, el estado islámico así como Corea del Norte fueron
atacados “repentinamente” por armamento norteamericano sin una razón aparente,
la respuesta de las naciones agredidas fue inmediata, entre tanto caos y
destrucción no hubo tiempo para las explicaciones. Fue una catástrofe de
grandes proporciones. Es por ello que a diez años de ese 15 de octubre del año
2016, recordamos a los soldados caídos en combate al intentar reestablecer la
paz entre naciones a costa de sus vidas, finalmente el virus no fue el culpable
de la guerra, los culpables fueron el odio, la irracionalidad, la soberbia, la
xenofobia, racismo e intolerancia entre los seres humanos, mientras este mal
persista la paz nunca prevalecerá en la tierra.