IMAGEN PROPIEDAD DE https://es.123rf.com/photo_133958294_noche-completa-un-hombre-sostiene-un-cuchillo-en-la-garganta-de-la-ni%C3%B1a-de-cerca-concepto-de.html |
III
El motel tenía un nombre muy tierno, “Lo oscurito”. Ya los camaradas en la chamba me habían platicado que se habían llevado a una que otra chamaca a “lo oscurito” en alguna ocasión, la verdad es que la ubicación no era precisamente el lugar que todo el mundo quería visitar, pero allí radicaba su encanto porque nadie en su sano juicio quería ir ya que a menos que fueras a lo que se tenía que ir, no había razón para estar siquiera cerca.
Era el paraíso de traficantes y vendedores de mercancías robadas y de uno que otra alma descarriada que buscaba un sitio donde poder satisfacer sus más bajos instintos, en todos los aspectos.
¿Qué si me daba miedo ir allí? ¡Naaa! Que va, perro no come perro, bueno ustedes entenderán.
Llegué al lugar por la noche, que se supone es cuando hay más movimiento, el edificio era viejo pero tenía cierto encanto. Me dirigí a la recepción en donde un hombre alto con unos diminutos lentes a media nariz, cabello cano y poco cuello me miraba de manera indiferente, decidí motivarlo enseñándole la charola, y en respuesta pude escuchar un resoplido que no me hizo sentir precisamente bienvenido.
La ventaja de gente como aquel tipo es que no era necesario perder el tiempo, me dijo que ya mis compañeros habían estado en el lugar y que hasta una donación les había hecho para que le dieran trámite al asunto y no afectaran el negocio.
Le pregunté por la chica, quise sacarle con quién había estado, ese dato era información reservada dijo pero que si me servía de algo podía asegurarme que cuando cliente había llegado ya la chica estaba muerta, algo que pensé era muy conveniente para el sospechoso que hasta ese momento solo podía ser el cliente.
Le pedí permiso para revisar la escena del crimen y sin pretexto alguno tocó una campanita de esas mamonas que tienen como una especie de botón e inmediatamente apareció un cabroncito como de un metro cincuenta de estatura, algo rechoncho vestido con una sudadera enorme de color gris con una capucha que no dejaba ver su rostro siquiera, el recepcionista me dijo que siguiera a su hijo, que no perdiera mi tiempo tratando de interrogar a su muchacho ya que al parecer era sordo y por ende no hablaba, sin ser un genio pude intuir que esa no era su única condición.
El hijo del recepcionista caminaba algo raro, pero puedo decir a su favor que en ese lugar había todo tipo de personajes extraños sin embargo por el momento no era mi trabajo el investigarlos a todos, mi encomienda se limitaba a investigar qué carajos le había ocurrido a la chica desangrada.
Mi guía se detuvo, giró casi como si se tratara de un pequeño autómata, levantó su corto brazo, que no podía ni verse porque el largo de la manga de la sudadera lo cubría por completo y aun le sobraba como treinta centímetros que caían por la gravedad recordándome a Tontín de Blanca Nieves o a los Jawas de Star Wars.
Después de señalarme la habitación el regordete guía se retiró del lugar y lo vi perderse por el pasillo de la cuartería, me sentía en película gringa, no había ni tocado la perilla con mi mano cuando algo frío se posó sobre mi cuello mientras una voz ronca me advertía que si me movía iba a desangrarme como a un cerdo.
Continuará...つづく
Capítulos anteriores:
SANGRE O TRUCO: CAPITULO I
SANGRE O TRUCO: CAPITULO II
SANGRE O TRUCO: CAPITULO IV
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