lunes, enero 12, 2015

ESCRITOR DEL DESTINO. ENTREGA FINAL.

"El destino, el azar, los dioses, 
no suelen mandar grandes emisarios en caballo blanco, 
ni en el correo del Zar. 
El destino, en todas sus versiones, 
utiliza siempre heraldos humildes."

Francisco Umbral
escritor español.






El “Escritor Berserker” asistía por las mañanas puntual al café, era el primer cliente, la mayoría de los meseros lo conocían, se habían aprendido su rutina, por la mañanas leía el periódico, le gustaba ordenar un café americano acompañado de bísquets con mantequilla y mermelada a la plancha como entrada, como desayuno, huevos con chilaquiles, jugo de zanahoria o de toronja según fuese el caso y a medio día, como botana, dedos de queso o alitas, para la comida su caldo tlalpeño y como postre un chees cake con fresas. Si no era para servirle algo de comer o beber no debía ser molestado, le veían martillar las teclas de su laptop con una concentración impresionante, sus pensamientos eran acompañados por la música que salía de unos audífonos diminutos conectados a su máquina.

Cada día, sentado en ese lugar, mirando hacia el banco  reconstruía en su mente una y otra vez de manera obsesiva la historia que pretendía contar, de principio a fin, se decía a sí mismo que, si su objetivo real fuese el de robar el banco las cosas no podían salir mal. A lo lejos, en una mesa de fondo del restaurante, un hombre que parecía no poder estar sin su celular no le quitaba la vista de encima al joven escritor. Ese había sido el último día de Pancho escribiendo, esa misma noche enviaría su trabajo, pagó la cuenta y se fue a su casa, ya estaba anocheciendo.

Cuando llegó a casa sentía que los dedos se le engarrotaban de tanto escribir, ya le había pasado antes, con el uso de las computadoras también habían aparecido padecimientos nuevos en cuanto a lesiones en articulaciones por malas posturas, en más de una ocasión Pancho había sentido que perdía fuerza en sus manos, no había sido de la noche a la mañana, fue gradual, se le caían jarras con agua, vasos, bolsas con contenidos no tan pesados, hasta su pulso era errático en ocasiones.

En el último boletín informativo de la televisión se confirmaba que los policías entrarían en huelga a partir de las primeras horas de la mañana siguiente debido a que no se había llegado a un acuerdo con sus jefes por lo que se presumía que eso incrementaría la crisis de inseguridad por la que estaba atravesando la ciudad, inmediatamente después  se daba cuenta del aumento en los niveles de los ríos por causa de las precipitaciones registradas en las últimas horas, Pancho no daba crédito a tanta mala noticia, recordó que tenía que enviar su trabajo ya que esa noche se cumplía el plazo que le había dado la editorial, sentado en su computadora satisfecho con su trabajo lo releía por última vez por si necesitaba hacer cambios, escuchaba el televisor en la sala y los testimonios de la gente que comenzaba a sufrir afectaciones por el agua, decidió apagar el televisor porque no se concentraba en lo que estaba haciendo, sus ojos recorrían línea por línea el texto que con tanta dedicación había trabajado, cuando llegó a la última palabra le dio guardar de nuevo, abrió su correo, escribió la dirección de la editorial, anexó el archivo y lo envió.

No tenía sueño, los nervios lo mantenían despierto, miró su librero y buscó con la mirada algún título que llamara su atención pero no encontró nada, a un lado del sillón se encontraba una mesita con los periódicos del día, los leería para ganar sueño, recordaba la infinidad de veces que había soñado con ser columnista de algún diario local, pero posiblemente su falta de talento, o de palanca, no le había permitido materializar ese deseo, le gustaba mucho que los columnistas iniciaran sus textos con frases o citas textuales de personajes o escritores famosos,  justo en ese momento se encontró con una frase de Joël Dicker, de quien tenía un libro muy bueno, que decía “No escriba más que ficción. El resto le traerá problemas”, eso lo hizo reflexionar por un momento sobre el trabajo que le habían encargado, se acomodó en el sillón, cerró los ojos y pensó que lo bueno de su escrito es que era solo era eso ficción, de lo contrario estaría metido en un gran problema, se quedó dormido.

Esa mañana el celular emitió una alerta, se trataba de un correo nuevo en su bandeja de entrada, tentó alrededor de su cama buscando el aparato, no tenía muchas ganas de abrir los ojos, pero no de no hacerlo no podría leer el mensaje, desbloqueó el teléfono y la luz que emitía lo cegó por un momento, era una especie de vampirazo por haber despertado recientemente, alcanzó a leer que se trataba de un mail de la editorial, le notificaban que habían recibido su trabajo y que en breve se comunicarían con él para informarle si procedía el pago de sus honorarios o tendría que hacer correcciones; solo le quedaba esperar el veredicto final y por supuesto la paga, que sabía no equivaldría ni siquiera a los días que había pedido en el trabajo ni lo que había gastado en el VIP´S el cual esa mañana también visitaría a manera de despedida.

Tomo un taxi al restaurante, la ciudad se veía rara, en las principales avenidas no se avistaba ningún vehículo de Seguridad Pública ni de Tránsito del Estado, los policías habían  cumplido su amenaza, el taxista se pasaba los altos, eso sí, con precaución, manejaba a exceso de velocidad también de manera precavida, Pancho no sabía si eso era posible pero al no matar ni chocar a nadie durante el trayecto el taxista demostró que de alguna manera si era posible.


Pancho le pagó al taxista y miró hacia el banco, aún no abrían y ya se podía apreciar una fila importante, 15 o 20 personas tal vez, no envidiaba para nada a quienes trabajaban en los bancos, eso de tener que atender tanta gente todo el día no le parecía ni divertido, ni saludable, pensaba que era triste hacer eso, pero suponía que alguien tenía que hacerlo, por algo él no trabajaba en uno, entró para acomodarse en su lugar de siempre, ahí donde había estado trabajando el texto que le había pedido la editorial, el lugar que le gustaba porque desde allí podía ver todo lo que ocurría, sacó su celular y miró la hora, las 08:29 de la mañana, una sonrisa se dibujó en su rostro pues recordó que según su texto a las 08:30 en punto de la mañana debería escucharse una explosión en el banco, señal del inicio del robo, mirando el reloj digital del celular inició una cuenta regresiva, contó: diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno y simuló una explosión, comenzó a reír al darse cuenta que fantaseaba como un chiquillo, se puso de pie para ir al baño y a medio camino sintió una vibración bajo sus pies y escuchó como las ventanas de donde había estado sentado se venían abajo, no daba crédito a lo que veían sus ojos, salió corriendo hacia la calle, humo negro se salía del banco , tres sujetos encapuchados corrían con maletas en mano, nadie hacía nada por detenerlos, no parecían armados, no había vehículo alguno esperándolos, corrieron hacia el malecón, entonces Pancho supo lo que ocurría, tomó una ruta diferente para alcanzarlos, tenía que asegurarse que lo que estaba pasando no estaba pasando, era imposible, por más que corrió no pudo alcanzarlos, de todos modos qué haría si lo hubiese logrado, entonces al llegar a donde terminaba el camino y comenzaba el río se veían los barandales del CENMA, pudo ver como los ladrones surcaban las aguas del río Grijalva en motos acuáticas con rumbo aparentemente desconocido para muchos, pero no para él, Pancho se encontraba en shock, si en ese mismo momento aparecía Joël Dicker sería para decirle, ¡chico, te lo dije!    

Pancho llegó a su casa caminando, todo el trayecto había intentado convencerse así mismo que nada de lo que había sucedido había sido cierto, de alguna manera alguien había robado ese banco de la misma forma en la que él lo había escrito en su texto, el texto que la editorial le había solicitado, técnicamente eso lo convertía en el autor intelectual del robo, comenzó a ser presa de la paranoia, cerró ventanas, cortinas, desconectó el teléfono, su modem y cuando se disponía a apagar su celular le llegó un mail, en el remitente se podía leer “la editorial”, en el asunto “Felicidades”, dudó en abrir ese mensaje, le temblaban las manos, tenía miedo, cómo diablos se había metido en todo esto, seguramente ahora querían matarlo, no podían dejar cabos sueltos y seguramente en ese mail estaba su sentencia de muerte, tiró el teléfono a la cama de su habitación, fue derecho a su sala, buscó el control de la televisión, necesitaba saber qué había pasado, las noticias se lo dirían, aunque él sabía mejor que nadie lo ocurrido, en realidad lo que quería saber era si lo relacionaban con el suceso, por fin después de buscar como loco pudo encontrar el control remoto, encendió la televisión en busca de respuestas, aún no era hora de noticias, entonces muy a pesar de su miedo fue a buscar el celular a su habitación pues sabía que en las redes sociales podía encontrar noticias casi de manera inmediata, no se había equivocado, todo Villahermosa twitteaba videos sobre el robo, fotografías del edificio con humo saliendo de su interior, no se reportaban muertos ni heridos, siguió todos y cada uno de los links que hablaban del tema, al parecer la huelga de policías había dejado sin vigilancia a la ciudad entera, se habían registrado robos menores pero el golpe del día había sido el robo al Banco de México con sucursal en el centro de la ciudad, otro twitt daba el monto de lo robado 10 millones de pesos, era increíble, Pancho pensaba que no todo sería tan malo si por lo menos una parte de ese dinero le hubiera tocado a él, con eso hubiera logrado pagar sus deudas y hasta largarse de la ciudad para comenzar una nueva vida, el celular volvió a emitir la alerta sobre el mail que no había leído, respiró profundo y decidió abrirlo, miró el mensaje, “si quieres respuestas, respira profundo y relájate”, ¿era acaso una broma?, pensó Pancho, habían utilizado un texto suyo para robar un banco y le pedían que se calmara, caminó hasta la sala y entonces sintió un escalofrío por todo el cuerpo, frente a él se encontraba un sujeto sentado en su sillón favorito con un celular en la mano, mismo que guardó al percatarse de la presencia de Pancho, lo miró, le sonrió y con un ademán le indicó que se sentara, Pancho intentó salir corriendo pero un movimiento de la mano de aquel extraño bastó para detenerlo, de manera amable le volvió a pedir tomar asiento, el joven escritor comprendía que por algún motivo aún seguía con vida así que decidió aceptar la invitación, ya mirándolo bien aquel tipo se le hacía familiar, hizo memoria, su cara, el celular, claro que lo conocía, se había topado con él un par de veces, en el VIP´S y en el CENMA, seguramente era un espía de la mafia y comenzó a sacar conclusiones y a hacer conjeturas hasta que aquel extraño levantando la mano le pidió detenerse, le felicitó primero por su trabajo, se presentó como “el reclutador”, trabajaba para “la editorial” y el texto que le habían solicitado a Pancho había sido su examen de admisión al selecto grupo de “escritores del destino”.

Los escritores del destino, según el reclutador, eran un grupo de personas que escribían el día a día en el libro de la vida del planeta tierra, ellos hacían que las cosas ocurrieran o dejaran de ocurrir en este planeta, sin embargo para lograr un equilibrio en el universo había que escribir cosas buenas y cosas malas, “la editorial” marcaba la pauta, entregaba la orden de trabajo a uno de sus escritores del destino y luego otro grupo hacía que sucedieran las cosas, todo era parte de un sistema bien estructurado, como los engranajes de un gran reloj, así le explicaron a Pancho, ni una palabra más, ni una palabra menos.

El reclutador estaba con él para ofrecerle trabajo en la editorial como escritor del destino, para lo cual debía abandonar todo lo que tenía para poder ser aceptado, se olvidaría de deudas, problemas, amigos y familia, pero cuando escuchó familia vino a su mente la imagen de sus hijas, no estaba dispuesto a dejarlas, si bien económicamente estaba arruinado la solución a sus problemas no era desaparecer para trabajar con la editorial, quería explicarle al reclutador pero al parecer este podía leer la mente pues le regaló una sonrisa a Pancho y le explicó que entendía su posición, el reclutador se puso de pie y sacó el celular de su bolsillo, Pancho le preguntó si no pretendía borrarle la memoria con una lamparita o darle un capsula para olvidarlo todo, el reclutador le respondió que dejara de ver tanta televisión, que no le preocupaba si decidía contarle a alguien o no, al final de cuentas dudaba que le creyeran, le recordó que siempre había un lugar en la casa de la risa para esos paranoicos que contaba cosas raras , después de decir eso, salió por la puerta sin decir nada más.

Un año después, en una feria del libro universitario, una fila considerable impedía el libre tránsito por el recinto sede del evento, bajo el sello de una editorial independiente un escritor novato estaba causando revuelo entre los jóvenes adeptos a los relatos fantásticos, el título de la obra que se promocionaba era el de “El Escritor del Destino y Otros Relatos”, ese día el autor estaba firmando los libros personalmente, y en la fila era el turno de un sujeto que al parecer apenas lo estaba terminando de leer, Pancho no alcanzaba a ver su rostro puesto que aquel tipo traía a la altura de su cara la publicación, el escritor le preguntó a quién dedicaría la obra y al tiempo que el lector bajaba el libro le pidió que a nombre de El Reclutador, Pancho casi se cae de la silla, pero su interlocutor le sonrió y le guiño un ojo, eso hizo que el joven escritor se calmara firmando el libro con más tranquilidad, el reclutador tomo su ejemplar y se despidió no sin antes decirle a Pancho que esperaba que no los demandara si alguna vez decidían usar alguno de sus textos ya que al final de cuentas no eran tan malos. 

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