I'll face it with a grin!
I'm never giving in!
On with the show!
I'll top the bill!I'll overkill!
I have to find the will to carry on!
On with the...
On with the show!
The Show must go on.
Freddie Mercury, QUEEN
Juan Carlos Huerta. REUTERS |
Faltando 5 minutos para las 11 de
la mañana, al finalizar el programa “Estamos de 10”, conducido por Vicente
García Padrón y Lorena Lanz, nos comentaron a Jorge Santnz “El Chancletudo” y a
mí, Lalo Vargas, que nuestro director general había sufrido un atentado, para
ser más específico; le habían disparado, no era algo confirmado, se nos pidió
discreción, la primera reacción fue la incredulidad, la noticia que nos estaban
dando en ese momento sería del conocimiento solo de quienes salían de la cabina
de locución de la 620 AM “La radio que se ve” y los que íbamos a iniciar
programa “El Show Godín”.
A partir de ese momento nos
desconectamos del mundo, por así decirlo, Jorge Santz y yo intercambiábamos miradas,
un cristal doble separa la cabina de operación y la cabina de locutores, hasta
hacía unos minutos operadores y locutores por igual habíamos estado riendo sin
parar debido a las bromas y comentarios que siempre acostumbramos a hacernos,
esa ventana de cristal aísla los sonidos de ambos lados, los locutores no se enteran
de lo que dicen los operadores pero los operadores pueden escuchar lo que los
locutores dicen siempre y cuando los micrófonos estén “abiertos”.
Tomamos nuestros lugares en la
mesa para iniciar “El Show Godín”, nuestras caras ya daban signos de
preocupación, del otro lado del cristal aún quedaban restos de alegría, no les dijimos
nada, había esperanza, pensé que si era cierto lo que nos habían dicho era
probable que en esos momentos el jefe se estuviera debatiendo entre la vida y
la muerte, la cortinilla de entrada de nuestro programa estaba sonando,
normalmente marca el preludio de una hora en la cual reímos y cotorreamos con
la audiencia, no tuvimos tiempo de pensar, la entrada no dura mucho tiempo y de
repente ya estábamos al aire; ¡Muy buenos
días colegas que conforman la plantilla laboral…!, así se escuchaba la
entrada habitual de mi compañero para dar la bienvenida a nuestros seguidores
en radio y en redes, él suele tener contacto visual directo con ese cristal que
divide las cabinas de locución y operación (controles), por mi parte, si quiero
saber qué sucede en la cabina de operación debo voltear a mi derecha, quien
pueda ver el video notará mi rostro inexpresivo durante la entrada del
programa, Jorge inició bien y yo le seguí la corriente, sin embargo, a pesar de
querer hacer una intervención fluida hicimos pausas para pensar, necesitábamos
aislar la mala noticia para interactuar de manera “natural” y no hacer notar nada extraño.
Felicité a todos los maestros en
su día, me di cuenta que Jorge miraba con insistencia a la cabina de operación,
mientras yo hablaba sus ojos miraban con insistencia a nuestros amigos que
estaba del otro lado del cristal, ahora pienso que estaba en busca de alguna
señal que le indicara que lo que nos habían informado no se trataba más que de
un mal entendido, por momentos pensé que cuando yo dejara de hablar él no
podría seguirme la conversación, pero estaba equivocado, Jorge respondía casi
al instante de manera “normal”, a los 3 minutos de la transmisión en vivo de
Facebook Live miro un mensaje en video de la transmisión desde mi teléfono que
dice: ¿Qué hay de cierto que asesinaron a Juan Carlos Huerta?, en ese momento
le muestro mi teléfono a mi compañero quien solo alcanza a mirar de reojo la pantalla
de mi celular y continúa hablando, hasta ese instante yo no volteo más a la
cabina de operaciones y seguimos hablando de los maestros, la pausa para
comerciales suele ser a los primeros 15 minutos de programa, esos que normalmente
se van como agua y que en aquel momento parecían no acabarse, trato de hacer
memoria pero nunca ha sido mi fuerte, creo recordar que Jorge Soberano, nuestro
operador en turno y compañero locutor, entra a la cabina de locución durante el
corte comercial y nos dice: sigan como van, lo están haciendo bien, no dijimos
más, no había necesidad, nuestras caras largas lo decían todo, entonces reviso
el celular y comienzo a ver algunos mensajes de la gente, primero, pidiendo que
confirmemos la muerte de Juan Carlos Huerta, me gustaría saber cómo se confirma
algo que no se sabe con certeza si realmente ocurrió, me sentía en una realidad
alterna, todo el mundo sabía lo que estaba pasando menos notros, no lo ignorábamos
del todo pero tampoco teníamos el dato exacto y aun teniéndolo no nos
correspondía a nosotros darlo a conocer, no por falta de oficio, más bien por incrédulos,
o por lo menos de mi parte así fue, desgraciadamente los comerciales terminaron
y volvimos al entrar al aire.
El Show Godín se compone de 3
bloques; durante el segundo bloque seguimos nuestra rutina habitual, leer notas
con información para nuestros hermanos Godínez y haciendo bromas para
divertirlos, volví a ver el teléfono y lo que en un inicio había sido una solicitud
de información por parte de los que siguen la transmisión en vivo se convirtió en una exigencia, la gente que
nos acompaña por Facebook Live en un buen día suelen ser de 15 o 20 espectadores,
en ese momento ya alcanzábamos 80 y parecía ir en aumento, a esa hora, fuera de
nuestro micro universo Godín, la muerte de Juan Carlos Huerta ya había sido
confirmada, es lo que creo, en nuestro espacio-tiempo apenas eran las 11:30 a.m.,
y Jorge Santz y yo seguíamos sin saber ese dato, entonces iniciaron las
agresiones de la gente hacia nosotros, alcancé a leer cosas como:
Decidí apagar mi teléfono para
poder concentrarme en mi trabajo, hasta ese momento seguíamos sin tener
información oficial, pero cuando vimos la conmoción que se estaba presentado
del otro lado del cristal, en la cabina de operaciones, supimos que ya no
quedaba duda alguna, los que en ese momento estaban conectados en nuestra
transmisión en vivo ni siquiera eran nuestro público habitual, se trataba de una
bola de aves de rapiña y gente de doble moral que cuestionaba nuestra manera de
actuar a costa de satisfacer su hambre de morbosidad, no les importaba la
noticia porque les indignara, querían los detalles para satisfacer sus retorcidos
instintos.
Si me preguntan les puedo decir que
fue la cosa más extraña ver a través de ese cristal lo que estaba pasando en la
cabina de operaciones, mi cerebro lo registra como un escena de una película en
cámara lenta y muteada, sin sonido, unos manoteando hablando por teléfono,
otros con la mirada perdida, algunos con las manos en la cabeza, compañeros
llorando, y nosotros mirando desde la cabina de locución con los audífonos
puestos oyendo nuestra propia voz y sin poder expresar, a como ellos lo estaban
haciendo, sentimiento alguno, observábamos y hablábamos al micrófono para
consumir el tiempo que le quedaba al programa, no sé si a mi compañero le pasó
lo mismo, pero creo que mi reacción natural como ser humano se quedó en pausa,
el show debía continuar, no sé si estando fuera del aire me hubiese tocado
llorar o algo así, ahora nunca sabré cuál pudiese haber sido mi reacción espontánea
ante tal noticia, nosotros no tuvimos esa oportunidad, y en mi caso lo que no
salió en ese momento difícilmente vaya a salir después.
Al terminar El Show Godín, mi
compañero y yo salimos de la cabina de locución y fue como abandonar una
burbuja de aire, gente iba y venía, minutos después un visiblemente destrozado
Roberto Carrera acompañado de Marisol Rocha y Enrique Lodoza, del equipo de
noticias de Panorama Sin reservas, comunicaban a la audiencia de la 620 AM, el asesinato de nuestro director general de Grupo Multimedios Sin Reservas, JuanCarlos Huerta Gutiérrez, Roberto Carrera no es un hombre que se doble con
facilidad, sacando fuerzas de quien sabe dónde ante el micrófono condenó enérgicamente
el homicidio de su amigo, su compañero, su hermano de vida; ¿pero es que acaso alguien
más tenía el derecho de dar a conocer tan lamentable hecho más que él?, yo creo
que no.
No les voy a mentir, y hablo a
título personal, como Eduardo Vargas, estoy molesto con todos aquellos que, aprovechando
la protección de una red social, aprovechando su ausencia física y cobijados en
su libertad de expresión se dedicaron a ofender a mi compañero y a mi mientras
hacíamos nuestro trabajo, nuestro jefe y mentor Juan Carlos Huerta nos aconsejó
siempre no seguirles el juego a este tipo de gente, honestamente hubiera preferido
no haber estado trabajando cuando esto sucedió, de esa manera hubiera podido
dejar salir mis sentimientos de una manera espontánea, pensé que con este
ejercicio literario la catarsis llegaría en automático pero no fue así; la
desdicha del locutor, estar frente a un micrófono y no poder expresar lo que
realmente siente, porque no siempre se puede, por que no siempre es prudente,
porque va implícita la ética antes que todo lo demás.
¡Descanse en paz Juan Carlos Huerta,
gracias por la oportunidad jefazo!