jueves, mayo 17, 2018

GODÍNEZ BAJO ATAQUE: EL SHOW DEBE CONTINUAR


I'll face it with a grin!
I'm never giving in!
On with the show!
I'll top the bill!I'll overkill!

I have to find the will to carry on!
On with the...
On with the show!

The Show must go on.

Freddie Mercury, QUEEN 







Juan Carlos Huerta.  REUTERS


Faltando 5 minutos para las 11 de la mañana, al finalizar el programa “Estamos de 10”, conducido por Vicente García Padrón y Lorena Lanz, nos comentaron a Jorge Santnz “El Chancletudo” y a mí, Lalo Vargas, que nuestro director general había sufrido un atentado, para ser más específico; le habían disparado, no era algo confirmado, se nos pidió discreción, la primera reacción fue la incredulidad, la noticia que nos estaban dando en ese momento sería del conocimiento solo de quienes salían de la cabina de locución de la 620 AM “La radio que se ve” y los que íbamos a iniciar programa  “El Show Godín”.

A partir de ese momento nos desconectamos del mundo, por así decirlo, Jorge Santz y yo intercambiábamos miradas, un cristal doble separa la cabina de operación y la cabina de locutores, hasta hacía unos minutos operadores y locutores por igual habíamos estado riendo sin parar debido a las bromas y comentarios que siempre acostumbramos a hacernos, esa ventana de cristal aísla los sonidos de ambos lados, los locutores no se enteran de lo que dicen los operadores pero los operadores pueden escuchar lo que los locutores dicen siempre y cuando los micrófonos estén “abiertos”.

Tomamos nuestros lugares en la mesa para iniciar “El Show Godín”, nuestras caras ya daban signos de preocupación, del otro lado del cristal aún quedaban restos de alegría, no les dijimos nada, había esperanza, pensé que si era cierto lo que nos habían dicho era probable que en esos momentos el jefe se estuviera debatiendo entre la vida y la muerte, la cortinilla de entrada de nuestro programa estaba sonando, normalmente marca el preludio de una hora en la cual reímos y cotorreamos con la audiencia, no tuvimos tiempo de pensar, la entrada no dura mucho tiempo y de repente ya estábamos al aire; ¡Muy buenos días colegas que conforman la plantilla laboral…!, así se escuchaba la entrada habitual de mi compañero para dar la bienvenida a nuestros seguidores en radio y en redes, él suele tener contacto visual directo con ese cristal que divide las cabinas de locución y operación (controles), por mi parte, si quiero saber qué sucede en la cabina de operación debo voltear a mi derecha, quien pueda ver el video notará mi rostro inexpresivo durante la entrada del programa, Jorge inició bien y yo le seguí la corriente, sin embargo, a pesar de querer hacer una intervención fluida hicimos pausas para pensar, necesitábamos aislar la mala noticia para interactuar de manera “natural” y no hacer notar nada extraño.

Felicité a todos los maestros en su día, me di cuenta que Jorge miraba con insistencia a la cabina de operación, mientras yo hablaba sus ojos miraban con insistencia a nuestros amigos que estaba del otro lado del cristal, ahora pienso que estaba en busca de alguna señal que le indicara que lo que nos habían informado no se trataba más que de un mal entendido, por momentos pensé que cuando yo dejara de hablar él no podría seguirme la conversación, pero estaba equivocado, Jorge respondía casi al instante de manera “normal”, a los 3 minutos de la transmisión en vivo de Facebook Live miro un mensaje en video de la transmisión desde mi teléfono que dice: ¿Qué hay de cierto que asesinaron a Juan Carlos Huerta?, en ese momento le muestro mi teléfono a mi compañero quien solo alcanza a mirar de reojo la pantalla de mi celular y continúa hablando, hasta ese instante yo no volteo más a la cabina de operaciones y seguimos hablando de los maestros, la pausa para comerciales suele ser a los primeros 15 minutos de programa, esos que normalmente se van como agua y que en aquel momento parecían no acabarse, trato de hacer memoria pero nunca ha sido mi fuerte, creo recordar que Jorge Soberano, nuestro operador en turno y compañero locutor, entra a la cabina de locución durante el corte comercial y nos dice: sigan como van, lo están haciendo bien, no dijimos más, no había necesidad, nuestras caras largas lo decían todo, entonces reviso el celular y comienzo a ver algunos mensajes de la gente, primero, pidiendo que confirmemos la muerte de Juan Carlos Huerta, me gustaría saber cómo se confirma algo que no se sabe con certeza si realmente ocurrió, me sentía en una realidad alterna, todo el mundo sabía lo que estaba pasando menos notros, no lo ignorábamos del todo pero tampoco teníamos el dato exacto y aun teniéndolo no nos correspondía a nosotros darlo a conocer, no por falta de oficio, más bien por incrédulos, o por lo menos de mi parte así fue, desgraciadamente los comerciales terminaron y volvimos al entrar al aire.

El Show Godín se compone de 3 bloques; durante el segundo bloque seguimos nuestra rutina habitual, leer notas con información para nuestros hermanos Godínez y haciendo bromas para divertirlos, volví a ver el teléfono y lo que en un inicio había sido una solicitud de información por parte de los que siguen la transmisión en vivo  se convirtió en una exigencia, la gente que nos acompaña por Facebook Live en un buen día suelen ser de 15 o 20 espectadores, en ese momento ya alcanzábamos 80 y parecía ir en aumento, a esa hora, fuera de nuestro micro universo Godín, la muerte de Juan Carlos Huerta ya había sido confirmada, es lo que creo, en nuestro espacio-tiempo apenas eran las 11:30 a.m., y Jorge Santz y yo seguíamos sin saber ese dato, entonces iniciaron las agresiones de la gente hacia nosotros, alcancé a leer cosas como:
















Decidí apagar mi teléfono para poder concentrarme en mi trabajo, hasta ese momento seguíamos sin tener información oficial, pero cuando vimos la conmoción que se estaba presentado del otro lado del cristal, en la cabina de operaciones, supimos que ya no quedaba duda alguna, los que en ese momento estaban conectados en nuestra transmisión en vivo ni siquiera eran nuestro público habitual, se trataba de una bola de aves de rapiña y gente de doble moral que cuestionaba nuestra manera de actuar a costa de satisfacer su hambre de morbosidad, no les importaba la noticia porque les indignara, querían los detalles para satisfacer sus retorcidos instintos.

Si me preguntan les puedo decir que fue la cosa más extraña ver a través de ese cristal lo que estaba pasando en la cabina de operaciones, mi cerebro lo registra como un escena de una película en cámara lenta y muteada, sin sonido, unos manoteando hablando por teléfono, otros con la mirada perdida, algunos con las manos en la cabeza, compañeros llorando, y nosotros mirando desde la cabina de locución con los audífonos puestos oyendo nuestra propia voz y sin poder expresar, a como ellos lo estaban haciendo, sentimiento alguno, observábamos y hablábamos al micrófono para consumir el tiempo que le quedaba al programa, no sé si a mi compañero le pasó lo mismo, pero creo que mi reacción natural como ser humano se quedó en pausa, el show debía continuar, no sé si estando fuera del aire me hubiese tocado llorar o algo así, ahora nunca sabré cuál pudiese haber sido mi reacción espontánea ante tal noticia, nosotros no tuvimos esa oportunidad, y en mi caso lo que no salió en ese momento difícilmente vaya a salir después.

Al terminar El Show Godín, mi compañero y yo salimos de la cabina de locución y fue como abandonar una burbuja de aire, gente iba y venía, minutos después un visiblemente destrozado Roberto Carrera acompañado de Marisol Rocha y Enrique Lodoza, del equipo de noticias de Panorama Sin reservas, comunicaban a la audiencia de la 620 AM, el asesinato de nuestro director general de Grupo Multimedios Sin Reservas, JuanCarlos Huerta Gutiérrez, Roberto Carrera no es un hombre que se doble con facilidad, sacando fuerzas de quien sabe dónde ante el micrófono condenó enérgicamente el homicidio de su amigo, su compañero, su hermano de vida; ¿pero es que acaso alguien más tenía el derecho de dar a conocer tan lamentable hecho más que él?, yo creo que no.

No les voy a mentir, y hablo a título personal, como Eduardo Vargas, estoy molesto con todos aquellos que, aprovechando la protección de una red social, aprovechando su ausencia física y cobijados en su libertad de expresión se dedicaron a ofender a mi compañero y a mi mientras hacíamos nuestro trabajo, nuestro jefe y mentor Juan Carlos Huerta nos aconsejó siempre no seguirles el juego a este tipo de gente, honestamente hubiera preferido no haber estado trabajando cuando esto sucedió, de esa manera hubiera podido dejar salir mis sentimientos de una manera espontánea, pensé que con este ejercicio literario la catarsis llegaría en automático pero no fue así; la desdicha del locutor, estar frente a un micrófono y no poder expresar lo que realmente siente, porque no siempre se puede, por que no siempre es prudente, porque va implícita la ética antes que todo lo demás.

¡Descanse en paz Juan Carlos Huerta, gracias por la oportunidad jefazo!