"Mi cuerpo es mi diario, y mis tatuajes son mi historia."
Johnny Depp
No hay día que no llegue ni plazo
que no se cumpla, por fin me llegó la hora, sin embargo no existía en mí ni un
ápice de duda con respecto a lo que quería hacer: tatuarme.
La cita era a las cinco de la
tarde, el tráfico para ir a encontrarme con Alexander Tovar era realmente
terrible, a pesar que tenía hora y media a favor sí estaba algo desesperado, no
me gusta llegar tarde, supongo que eso se lo debo a uno de mis guardianes
espectrales que seguramente era inglés, la chamba en la radio también me había
enseñado muchas cosas con respecto a la puntualidad, es un hábito que no pienso
dejar aunque debo confesar que tiene sus claroscuros eso de ser puntual, es más,
en el momento que redacto esto se me ocurre una historia, nada original, sobre
los contratiempos de ser puntuales, y como sé que posiblemente no la escriba
les regalo el argumento: un chavo súper
puntual que decide tomar clases de guitarra y su maestro lo cita a las 5 de la
tarde en punto, pero como el muchacho odia llegar tarde llega diez minutos
antes, al entrar al salón de música sin anunciarse descubre a su profesor de
guitarra estrangulando a una alumna con la sexta cuerda del instrumento.
Moraleja: no siempre es bueno llegar temprano.
En fin, para mi aventura de
tatuarme me acompañó mi hermano, juntos, atorados en el tráfico estábamos
preocupados porque tan solo unos minutos antes el coche en plena pendiente de
Arboledas había despedido humo debajo del motor, un olor a caucho quemado nos
hizo pensar que se trataba de la banda, ese aroma nos acompañó todo el
trayecto, daban nauseas, no es muy divertido quedarte botado en pleno
embotellamiento, bueno solo si este es de cerveza u alguna otra bebida etílica.
Llegamos con tiempo de sobra a la
colonia donde veríamos al maestro de las tintas, eso nos hizo optar por dar una
vuelta en una plaza de la zona, primero en una casa de empeño, había cosas
interesantes, pero exageradamente caras, esos cuates querían vender cosas
usadas a precios de objetos nuevos, se les olvidaba que ya no estaban como en
un inicio.
Salimos riendo del local por lo elevado
de los precios, un par de paradas en Tere Casolas y el OXXO de la zona para
comprar provisiones: agua, cervezas Heineken, papas y cacahuates; no sabíamos
cuánto duraría la sesión con Tovar, había que estar preparados.
Fiel a mi costumbre una vez en el
lugar no recordaba el edificio de departamentos en el que vive Alex, seguía
siendo temprano y es que hay quien dice que llegar más temprano de los que se
acuerda es también una falta de etiqueta, cosa que también me molesta, eso de
ser descortés y falto de educación, así que espero unos minutos antes de
animarme a marcarle a Tovar, cuando por fin le llamo este no contesta, la gente
realmente no cree cuando uno les dice que el celular de Alexander Tovar es una
pesadilla, si contestara todas y cada una de las llamadas que entran a su
Smartphone se la pasaría hablando 24 horas seguidas, sobre todo si se trata de
personas que le quieren hacer un reclamo por no haberlos agendado para hacerse un tatuaje.
Después de unos intentos el Jedi
del Dark Side me contesta el teléfono para indicarme que en unos minutos
estaría abriéndome la puerta de su edificio, después de unos minutos aparece
ataviado con un mandil color azul marino, zapatos tenis de explorador, calcetas
cortas, pantalón corto con bolsas a los lados, como heredado por Chabelo,
playera de rokero y su hospitalidad de
monje Zen.
Una vez que entramos en la cueva
de este artista urbano nos percatamos que hay una chica con él, no habla mucho,
o casi nada, los años de andar con la banda artística, como los músicos, me han
dotado de cierta prudencia al momento de verlos acompañados con damas, por
aquello de que no siempre es la misma de la vez anterior, y para evitarles una
bronca a los camaradas y a mí con ellos, mejor no digo nada, y como en la letra
que tan magistralmente cantaba Rita Guerrero (Q.E.P.D), puedo intuir, puedo oler,
puedo pensar, pero saber jamás; por ello espero a ser presentados y de esa
manera saber el título que sustentará la fémina en cuestión, créanme es como
una regla de etiqueta entre la banda, si no los van a ayudar no los
perjudiquen.
Ya instalados el master Tovar me
muestra el diseño en papel y pide mi opinión sobre una modificación que respetuosamente
me consulta a manera de sugerencia, se trata del micrófono que se encuentra en
el centro de mi tatuaje, él cree que pudiera ir una mano agarrándolo, como
denostando poder, me dice orgulloso, me parece interesante, pero le cambio la
jugada y le menciono que mi tatuaje es un homenaje a las cosas que más quiero
en la vida, y que ahí estaba faltando: mi madre, Magnolia, entonces se dispone a
buscar una flor del mismo nombre, me la muestra y me pregunta qué me parece, le
doy el visto bueno, entonces se dispuso a integrar ese elemento al dibujo que
ya tenía.
MAGNOLIA (MAGNOLIA GRANDIFLORIS). Google. |
Entrados en pláticas, mientras
prepara mi diseño final, se revela la identidad de la chica que estaba ahí
cuando llegamos mi hermano y yo, se trata de Karla, le calculo 20 años más o
menos, lentes de pasta color negra, como
los míos, cabello lacio largo agarrado como me imagino que pudiera tenerlo la
chica de la cola de caballo, fetiche eterno de Héctor Belascoarán Shayne: detective mexicano y engendro literario de Paco Ignacio Taibo II.
Es bajita, viste
tenis, shorts, y playera, se trata de la aprendiz de Alexander Tovar, ella ya tatúa,
pero quiere seguir aprendiendo, seguramente en unos años hará tanto ruido como
su maestro.
Tovar no despega los ojos del esténcil
que está preparando, traza cada línea con precisión, no puede escapársele
detalle alguno, yo no le hago mucha plática, quisiera en verdad, pero estoy un
poco afónico, la semana anterior me habían vacunado contra la influenza y tuve
una reacción desagradable en forma de gripa, lo suficientemente jodona como
para dejarme casi sin habla, mientras mi hermano y yo nos entretenemos mirando
los diseños varios que decoran las paredes de la habitación.
EL DISEÑO by Lalo Vargas |
Confieso que soy distraído y olvidadizo,
pero cuando algo me llama la atención mis defectos suelen suavizarse y me
aplico, entonces miro detenidamente el ritual que Tovar realiza a manera de
preparación antes de tatuar, coloca de manera religiosa y metódicamente cada
implemento que va a utilizar, las botellas con líquidos, desconocidos hasta ese
momento para mí, son cubiertas con
bolsas, recuerden que sus manos tendrán contacto con tinta y sangre todo el
tiempo, entonces mi yo psicólogo-metiche le dice a Tovar: –¿Obsesivo compulsivo?; Tovar voltea a mirarme
y sonríe asintiendo con la cabeza, me cuenta que se lo detectaron en la
infancia, pero que lo era lo suficiente como para no necesitar ser tratado lo
que le dotaba de una meticulosidad para hacer sus cosas, y en su quehacer como
tatuador lejos de ser un trastorno es un don, una bendición.
Ya que ha montado su equipo
procede a mostrarme las agujas que utilizará, sobra decir que revisó en más de
una ocasión los empaques, me pidió cerciorarme de la fecha de caducidad de las
agujas a utilizar, que son una especie de lanceta como de 10 cm de largo,
teniendo de un lado la punta y del otro una especie de dobles circular, una es
de varias puntas, para rellenos, mientas la otra es de una sola punta, para
delineado, esto lo intuyo, ya que no pregunté, me pide nuevamente cerciorarme
que son nuevas y me muestra un par de capuchones que según tobar una vez que se
manchan de tinta no se pueden lavar, como diciendo no se pueden reutilizar
porque te darías cuenta.
AGUJAS. Google. |
Una vez terminado el negativo de
mi tattoo, de manera teatral, Tovar señala el "sillón de los sacrificios" invitándome
a tomar posición para ser rayado, me siento, limpia mi brazo, centra el
esténcil, lo pega, una vez que cree que está listo lo desprende lentamente,
coloca un espejo y me deja contemplarlo, me maravillo con su tamaño, no pensaba
que sería así de grande, me gusta lo que veo, es mi homenaje a las cosas que más
quiero.
Meticuloso tal cual es Tovar
ensambla la máquina, el capuchón y la aguja, de una cajonera sustrajo un frasco
de tinta oscura en un recipiente de plástico muy similar a un dedal y una vez
que verificó que todo estaba en orden comenzó a rayar, ahora comprendo cuando
algunas personas tatuadas se molestan cuando les preguntan si duele, yo solo
puedo decir que le tengo pavor a las agujas, pero mi fe en Tovar es tal que el
miedo irracional no se presentó para lo ocasión, y claro que duele, el valentón
que diga que no duele es porque seguramente es Superman.
Después de la primera línea
Alexander se cerciora que no me he desmayado o que no estoy llorando y
orgulloso me dice: -Wey ya no eres quintito; por aquello de que mi piel era
virgen, sin ningún tatuaje, y él había sido el encargado de borrar esa virtud
dermatológica, irónicamente, con tinta.
La sensación al estar siendo
tatuado es algo complicado de describir, pero todo aquel que se haya enterrado
un alambre delgado, una grapa, un anzuelo, una guja, un alfiler o algo por el
estilo, y una vez dentro lo haya jalado en línea recta hacia algún lado, se
puede hacer una idea de qué se siente, no es para nada una sensación de que te
están pinchando la piel en repetidas ocasiones, es más bien como si te
enterraran una uña que logra atravesar un poco la piel y la rasgan poco a poco,
y hay zonas más dolorosas que otras, en mi caso la parte cercana a la axila y la zona de tríceps fueron las de
más molestia y qué decir de la zona de deltoides justo en la curvatura del hombro,
puedo decir, a manera de consuelo, que después de 3 horas hasta me estaba
durmiendo, en mi caso fueron 4 horas de trabajo, y aún faltan unas cuantas más
para el color, pero mientras tanto el "round one" está listo.
Continuará...
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