Los he visto cuando camino por las calles porosas de la ciudad, los durmientes, no son como en los cuentos, los autores de cuentos le dieron la exclusividad a las princesas de ostentarse como durmientes y además bellas; la belleza es lo mínimo que poseen los durmientes que observo.
Es inquietante ver lo tranquilos que se ven, se ven en paz, en casas abandonadas, debajo de un puente, en la banca de un parque o en alguna banqueta, a simple vista uno creería que son desafortunados, a veces pienso que son más afortunados de lo que creen, ellos no tienen que aparentar nada, tal vez escaparon de la Matrix, se le escaparon al sistema, me van a decir mal agradecido; con lo que tengo y lo que soy, pero siempre he dicho que soy un indigente funcional, un homeless con privilegios que vive acumulando días para poder retirarse algún día, no soy tan diferente a ellos, viven al día y seguro no siempre tienen qué comer, pero algo me dice que en su condición hasta el tiempo transcurre distinto para ellos, no todos los durmientes terminaron así por gusto, es más, me atrevería a decir que en muchos casos es hasta un estado transitorio, muchos de ellos conseguirán dejar de moldear el concreto frío con sus cuerpos cansados de andanzas, hambre, alcohol y solventes para por fin tener un techo y un colchón dónde dormir.
Llego antes al trabajo, me voy unos minutos después de la hora habitual de la salida, todo sea por evitar un poco el río de gente y sus prisas. Conduzco hasta el lugar que habito, pero no es mi casa, le pregunto a mi estomago si tiene hambre, a veces prefiero no escucharlo y lo someto con sueño, si tengo suerte Morfeo me incluye en un maratón de varias horas de sueño, a veces la espalda me traiciona, no me deja llevar mi plan a su fin, debo levantarme y entonces hay que darle gusto al hambre.
No quiero hacer nada fuera de lo que no puedo evitar, hay compromisos, cosas de las que no puedo escapar, algunas me las he buscado, bueno casi todas, y es mi culpa, no sé en qué estaba pensando cuando decidí regresar a este plano, no creo en nada ni en nadie, los años se fueron como agua, apunto de memoria todas las equivocaciones que cometí y sigo cometiendo, no creo que sirva de mucho, seguro ya intenté hacerlo las otras miles de veces que he reencarnado por eso nada sale bien, pienso que debe ser la cuadratura en mi Rueda del Samsara, perdió su forma en el camino, algún bache imprudente la ha de haber deformado.
Me hace mal pensar, quisiera apagar ese interruptor, pero está fallado y quedó en ON, el cuerpo es sabio, sabe que aun no puede apagarse del todo y es por eso que entra en Stan by, entonces me convierto en un “durmiente funcional”, con el privilegio de una cama pero sin poder descansar.
1 comentario:
Todos en ocasiones hemos pasado por durmientes, algunos más tiempos que otros, inmersos en nuestros mundos de depresión o ansiedad, solo aquel que lo padece o se vió allí entiende este texto. Saludos
IG
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