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"La marihuana produce perdida de memoria y otras cosas que no recuerdo"
Carlos y Marcos habían decidido
pasarla bien esa noche y para ello tenían que armarse para una velada
excelente.
-Entonces mi estimado Marcoy hay
que hablarle a esas nalguitas para ver si quieren ir con nosotros a tomar unas
chelas.
-Ya te dije que si coño, pero no
la vayas a cagar de nuevo, te pones de mala copa y ni quien te aguante, la
última vez cruzaste trago, mota, cheve y tacos y vomitaste bañando a la vieja esa con la que
andabas bebiendo carnal, a ver, pregúntale si va a querer salir contigo otra vez .
-¡Chale!, ni aguanta nada, además
esa vieja estaba tan peda que te aseguro que ni se acuerda.
-Pues yo digo que sí se acuerda y
si le hablas te va a mandar a la “mialda”.
-Cálmate Daddy Yankee, cállate y
saca pál pomo.
-Ya viste, ahí vas de puerco,
tranquilo, vamos a chelear, vamos a llevarla en paz.
-Tá bueno, pásate al Oxxo por un
six para ir calentando pues, mientras con tu permiso “voy a liar una bacha, con
un poco de mois”
-Ándale esa voz me agrada, que
sean dos por favor.
-Como vez que mi novia dice que
esta madre es mala para la salud, que nada más me induce a la vagancia, pero
está pendeja, cuál vagancia, ¿y mi puto trabajo de oficina qué?, ¿de dónde cree
que saco para comprar esta mierda pues?
-Tienes razón carnal, si ya está uno
metido hasta el cuello en esta puta madre del capitalismo, el sistema, las
transnacionales y la globalización…
-¡A huevo!, por eso date un toque
para olvidarnos de todas esas chingaderas, podrán encerrarnos en su consumismo
de mierda pero nuestros espíritus siempre serán libres.
-Oye carnal, ¿y si nos caga tanto
el puto capitalismo por qué traemos coche del año, Smartphone de última
generación y somos asalariados?
-Puta madre, ya viste cabrón, te
acabas de dar un toque y ya estás haciendo preguntas pendejas, por personas
como tú es que dicen que la mota es mala y te atrofia el cerebro, ándale dale
otro toque para ver si ya te callas.
Los amigos siguieron su camino
mientras conducían por el periférico al filo de la media noche.
-Oye Carlangas , ¿y tú que crees
que sea más chido pál viaje, los hongos, el peyote o la mota?
- No sé cabrón no he probado ni
los hongos ni el peyote, ya vez que dicen que hay que tener una especie de guía
o chamán pá no tener un mal viaje o quedarte loco.
-Bueno y cómo sabemos que lo que
estamos viviendo en este momento es real, quién te dice que en realidad salimos
de mi casa y quién te asegura que no nos
quedamos ahí fumando una bacha y que todo esto es un viajesote.
-Pues yo esto lo estoy viendo muy
real, me siento bien, “I feel good”…
-A lo mejor tú y yo somos una
proyección de los verdaderos tú y yo y nos desdoblamos a consecuencia de tanta
pinche mota que fumamos y esta conversación realmente no está pasando.
-Pues la música suena muy real,
la escucho nítida, y si saco mi mano por la ventana puedo sentir el aire frio
de la noche y…
En ese momento una camioneta roja
a toda velocidad pasó a un costado de la camioneta de Carlos y Marcos, Carlos
apenas pudo meter la mano.
-¡No mames!, ese cabrón casi me
lleva la mano.
Marcos enojado grita a todo
pulmón a quien casi los choca.
-¡Pendejo manejas como marihuano!
Se hizo un silencio y los dos amigos
se voltean a ver estallando en carcajadas, pero un ruido estruendoso los
regresa a la realidad, la camioneta que casi los golpea perdió el control
debido a la velocidad tan alta a la que era conducida, por su movimiento
errático el conductor parecía haber pestañeado y al volver en sí volanteó
girando la camioneta que, debido a la fuerza de aceleración al golpear una
banqueta con una de las llantas se volcó de manera violenta, volaron vidrios,
plástico y pedazos de metal.
En ese momento Marcos frenó con
todas sus fuerzas, nunca había visto un accidente de esa magnitud, por lo menos
no uno real, solo en las películas.
-¡No ma-mes!, ¿viste?, se partió
la madre carnal, ¿qué hacemos?
-Pues no sé, hay que ver si está
vivo el cabrón y llamamos a la policía.
-Si, ¡a huevo!, así de pedotes y marihuanos
como andamos les explicamos a los polis que
ese ojete casi nos mata y se terminó haciendo miarda el solo ¿no?
-Si verdad, y bueno cuál es el
plan.
-Yo digo que le marquemos a la
poli al número de emergencia ese y les digamos que vengan por él acá y pues que
lo ayuden, cómo ves.
-Dale, dale, nomás acércate para
que les digamos bien que pex.
Marcos puso en marcha su vehículo
y se acercó a la camioneta de modelo similar a la suya, el conductor no estaba
solo, venía acompañado, dos mujeres jóvenes y su copiloto, también hombre,
yacían de cabeza aún sujetados con el cinturón de seguridad.
-Pinche masacre loco, hay que
bajarnos, a lo mejor podemos hacer algo.
-Ya te dije que no, nos van a
agarrar a nosotros por metiches, vámonos, además andamos pedotes y marihuanos,
nos puede shokear lo que veamos, que tal si se les salieron las tripas o los
sesos.
-Cómo que los esos puerco.
-Los sesos cabrón, el cerebro
pues idiota.
-Ya cálmate, yo digo que si
aguanto machín, no me tardo, aguanta.
Carlos se bajó del vehículo, caminó
sobre fragmentos del parabrisas roto esparcido al redor de la camioneta volcada,
se dispuso agacharse para poder ver bien
la situación pero entre las cervezas que se había tomado y el porro que había
fumado no lograba descifrar bien el
rostro ensangrentado del conductor.
Mientras Marcos paranoico miraba
insistente el retrovisor y los espejos laterales, temía que las luces rojas y
azules comenzaran a asomarse en cualquier momento, con ambas manos en el
volante retorcía el protector del mismo, no se explicaba cómo es que Carlos
tardaba tanto, seguramente se había frikeado tanto con la sangre y esas cosas y
no reaccionaba, comenzó a llamarlo.
-¡Carlos!, ¡Carlos!, apúrate
maldito borracho, ¡Carlangas, vámonos!
En eso estaba cuando escuchó un
grito, conocía esa expresión y bajó de inmediato de la camioneta no sin antes
maldecir la pendejés de su amigo.
-Qué te pasó cabrón, por qué
gritas…
Lo encontró de cuclillas frente
al marco deformado donde alguna vez había estado el parabrisas agarrándose la
cabeza como no dando crédito a los que sus ojos veían, pero Marcos aún no se
percataba de qué era, trataba de tranquilizar a su amigo que en un momento de
lucidez le señaló la escena a su amigo, Marcos giró la cabeza para ver lo que
Carlos señalaba y el tiempo se detuvo por un instante antes de caer sentado por
la impresión.
-Somos nosotros amigo- dijo entre
sollozos Carlos.
-Qué madre está pasando aquí, se
parecen a nosotros, pero, ¿seremos nosotros?
Carlos sacó su celular y marcó un
número.
-A quién le hablas cabrón.
-A mi…
-Estás pen…
El celular en el cuerpo del
Carlos inconsciente comenzó a sonar. Carlos comenzó a llorar, murmuraba cosas
sin sentido. Marcos no daba crédito y se puso de pie y comenzó a gritarles a
los tripulantes de la camioneta, nadie respondía, nadie se movía, Marcos
pateaba el vehículo maltrecho pero nadie respondía, no podían hacer nada,
entraron en estado de shock, pero una luz cegadora y un claxon acompañado de
mentadas de madre los hizo reaccionar, una Hummer amarilla con faros de alógeno
de una intensidad grosera estaba frente a ellos, el conductor se asoma por la
ventana para gritarle a Carlos y a Marcos.
-Quítense del camino iditas, están
borrachos o qué chingaos.
Marcos no entendía lo que sucedía
la luz era intensa pero bajo los influjos de la hierba el brillo de los faros
lo cegaban casi totalmente.
-Ayúdenos señor, estamos muertos,
bueno nosotros no, ellos, que se parecen a nosotros, pero nosotros estamos acá,
aunque parezca que estamos allá y…
-Estás loco mueve tu camioneta
que está estorbando el paso.
El conductor de la Hummer rodeo
el vehículo y a los muchachos y se alejó rápidamente, una vez que los muchachos
lograron recuperarse del destello en sus ojos descubrieron con asombro que ya
no había camioneta volteada, no cuerpos, pero las marcas de llantas y vidrios esparcidos
seguían ahí.
Los dos jóvenes se miraron
mutuamente por unos segundos sin decir nada y de la nada estallaron en una
carcajada sin razón aparente, secándose las lágrimas causadas por el ataque de
hilaridad que habían sufrido se quedaron en silencio, Carlos rompió el
silencio.
-Qué viaje, men, ¿otro cigarrito?
Marcos lo miro fijamente a los
ojos por un momento, sabía que su amigo Carlos estaba loco y que era posible
que las cosas no salieran bien la próxima vez, pero las cosas no se confirman
por supuestos.
-¿Por qué no?
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