domingo, abril 14, 2024

HOLA, MI NOMBRE ES EDUARDO Y SOY...SOCIABLE


Esto que voy a contarles no es algo fácil, recién acabo de darme cuenta de ello, bueno tal vez no precisamente darme cuenta pero sí acabo de aceptarlo, soy sociable, no sé que vaya a pensar la gente de mí.

Esta condición me aflige, no se imaginan la cantidad de años que me la pasé siendo un tipo introvertido, hermético, misterioso, mala cara, corajudo y hasta sarcástico, aún lo soy, para forjar una reputación de hijo de puta como para que ahora resulte que puedo tener el don de gente y hasta ser simpático, ¡puta madre!, ¿que dirá mi padre cuando se entere?, miren que yo no me he hecho solo.

Ustedes no están para saberlo pero a mí me obsesionó el concepto del "Ronin", esa palabra escrita en japonés tiene dos ideogramas, símbolos que significan objetos o cosas, uno que simboliza a un hombre y otro que simboliza a una ola de mar, es un hombre que va y viene como las olas y no se queda en un solo lugar; ademas un Ronin era un samurai sin un amo a quien servir, y por ende perdía su estatus como guerrero en la jerarquía de los terratenientes; los shogunes, y se convertía en un vagabundo, viajando solo o con otros Ronin, pero con un futuro incierto.

Llegué a firmar como Ronin, este blog se llama "Vida de Ronin" y mi camino iba más hacia el de vivir como ermitaño, hasta viví en una calle con ese nombre y alguno que otro me hizo la observación a modo de broma que ni mandado a hacer el nombre de la calle, pero hoy descubrí que puedo ser más sociable de lo que antaño me hubiese permitido, no sé si se trate de algún tipo de mecanismo de supervivencia social o qué carambas pero me cae que cuando me esfuerzo puedo llegar a ser hasta simpático, invento chistes de los que nadie se ríe, pero tengo la teoría de que por dentro rien sin parar, ¡si señor!

Y ustedes se preguntarán sobre el cómo llegué a esa conclusión, bueno todo sucedió hoy durante mi ida al medico; nos mandan una vez al año a un chequeo en el trabajo, platiqué con la asistente, con la doctora, con las compañeras que esperaban igual que yo, con la chica del taller de suspensiones, con el mecánico del taller de auto climas y días después con una chica que andaba haciendo campaña por morena, ella platicaba con un anciano que vendía pastelitos rellenos de jamón y queso, tambiennde carne molida, la muchacha me tomó por sorpresa y tal vez platicando con aquel hombre mayor este le externo que la venta iba mal por lo que me pidió le comprara al señor algo de su producto, acepté animado por la muchacha que al mismo tiempo le pedía a sus amigas consumiran el producto, tomaron cada quien un pastelito y le pedí al señor me los cobrara todos, la autora de este hecho me dijo que yo meiba a ir al cielo con todo y zapatos y yo le respondí que en estos días todos necesitamos un pase al cielo.

Yo sé que la cara no me ayuda y en horario laboral lo sociable se me descompone pero habrán ustedes de dispensar el mal funcionamiento, eso del don de gente tiende a ser como el internet de nuestras casas, suele ser intermitente, va y viene, como su señal, como las olas del mar, como un Ronin moderno que vaga por la ciudad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Definitivamente en ocasiones nos encontramos en espacios que permiten esa interacción espontánea, que gusto fuese así, ese día te toco ser quizá esa bendición que el señor de los pastelitos pedía en su venta! Saludos IG