Imagen creada con Meta AI de WhatsApp.
No todas las guerras son visibles a simple vista, hay algunas que por su naturaleza inexplicable se libran en las sombras, pero nos afectan a todos, seas o no seas una persona de fe.
Esa mañana el secretario particular del gobernador le recordó a su jefe que debía tomar un café con el Obispo, esas reuniones no le gustaban al Gobernador, sentía que solo perdía el tiempo pero sabía que, literalmente, había que estar bien con Dios y con el Diablo.
Convinieron el encuentro en un café poco concurrido; sin embargo, como casi todo en este país, la discreción del encuentro se iba al suelo cuando los oficiales del orden escoltaban la camioneta del hombre que tomaba las decisiones en el estado y delataban su presencia, el Obispo ya esperaba en el lugar.
Se saludaron y tomaron asiento, un chico de gorra y mandil se acercó al político para tomar su orden, el Gobernador pidió huevos con chilaquiles, café americano y una pieza de pan chocolatín. El mesero volteo hacia el clérigo y este le pidió un chocolate con leche deslactosada, huevos motuleños y de pan una oreja.
Una vez retirado el mesero el Obispo a manera de broma le dijo al Gobernador que no lo había visto en misa. El político se disculpó y le respondió que últimamente las cosas no andaban bien en “la oficina” y que no le quedaba tiempo, el sacerdote le replicó diciendo que siempre había tiempo para el señor, miró el rostro del político para ver su reacción y notó el cansancio en su rostro. El Gobernador le pidió al sacerdote que mejor le dijera cuáles era eran los temas del día, el mesero se acercó con los platillos solicitados y los depositó en la mesa, el sacerdote esperó prudentemente a que el chico terminara para poder hablar con el Gobernador.
Le dijo que sabía que el estado estaba atravesando por una ola de violencia y que las cosas no andaban bien pero que no todos los muertos tenían que ver con el tema de la pelea por las plazas, que supo de varios cuerpos que habían sido encontrados en circunstancias más extrañas, justo le daba un sorbo a su café el Gobernador cuando miró fijamente al Obispo, colocó la taza sobre el platito y tomó una porción grande de chilaquiles y se los llevó a la boca, asintió dando el visto bueno al sazón del platillo y se atrevió a cuestionar al sacerdote sobre lo que le estaba diciendo. El sacerdote atacaba los motuleños en su plato, se llevó la comida a la boca. El político se limpió la boca con una servilleta y le dijo al padre que no salía nada barato ocultar ese tipo de información y que por ese mismo motivo le intrigaba saber cómo es que el sacerdote se había enterado. El padre decidió responder al político de manera tajante; el señor todo lo ve y todo lo sabe. Eso no le gustó al Gobernador, comió más a prisa y solo hizo una pausa para pedirle al padre una explicación. El sacerdote se inclinó para estar mas cerca del gobernador pues temía que sus palabras llegaran a oídos extraños, le comentó que algunos de los cuerpos encontrados últimamente presentaban señales de haber sido sacrificados en rituales satánicos y el problema podía crecer más si no se atendía de manera inmediata. El gobernador había terminado sus chilaquiles y ahora comía su chocolatín, le dijo al padre que no era raro que el crimen organizado recurriera a ese tipo de prácticas, que no entendía qué lo hacía tan especial ahora, el padre le respondió que la diferencia es que, ahora quienes lo estaban haciendo, sí sabían lo que hacían y que, de seguir así, los sacrificios iban a ser el menor de los problemas.
Continuará...
1 comentario:
Definitivamente te atrapa y quiero seguir leyendo, felicidades!
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