“Que Viva El Rock And Roll”
ALEX LORA, El Tri.
Lo
esperaba como agua de mayo, El Corona Music Fest había prometido venir a
Villahermosa con un cartel muy llamativo para el público conocedor, bandas
legendarias en diferentes tiempos de la historia del Rock Nacional, La Cuca, El
Gran Silencio y Los Caifanes, era imperdonable perderse ese concierto así que
me prometí a mi mismo dejar mis prejuicios de padre de familia treintañero que,
ahora, vive bajo ese sistema que de más joven gritaba a los cuatro vientos que
nunca lo iba a doblegar, y que ahora mantiene a mi familia y alimenta mis
sueños de burguesía inalcanzable.
Cuando
el tiempo le pasa al cuerpo la factura de los años de excesos, así hayan sido
pocos, uno le piensa irse a meter a un evento en donde le doblas la edad a la
banda que asiste, aunque para ser realistas sabes que también tu generación va
a estar allí, tal vez con kilos de más, con menos cabello, con tatuajes decolorados
por el tiempo, agarrados de la mano con sus esposas, esposos o hijos tal vez,
pero fieles a lo que el corazón no deja callar, el amor al Rock, la necesidad
de sentirte en libertad, porque eso es lo que se siente cuando unes tus
alaridos junto al de otros individuos que corean al unísono las rolas que te
hicieron reír, llorar, odiar y amar.
Si
bien las puertas del evento estarían abiertas desde las 16:00 horas, la
experiencia acumulada de viejos eventos tanto en el estado como en el DF
aconsejaban prudencia al por mayor, un concierto de reencuentro de los Héroes
del Silencio nos enseñó que el cansancio acumulado en pies, piernas y espalda,
después de 8 horas de espera es una tortura que se puede evitar si se usa el
sentido común, así como dicen que más no siempre es mejor, en los toquines
estar hasta adelante no siempre resulta ser una experiencia muy agradable,
sobre todo cuando estás frente al escenario y minutos después el poder de un
tsunami humano te relega hasta la parte más alejada del mismo creando en ti un
estado de confusión e incredulidad al darte cuenta que democráticamente haz
sido expulsado del área de los fanáticos más aguerridos, lugar reservado solo
para los más fuertes.
Por
eso me permití llegar, “tarde”, por así decirlo, y cuando bajaba del auto de mi
cuñada que amablemente me había dado el aventón hasta el Estacionamiento del
Parque Tabasco, escuché los estridentes acordes de una banda que se acompañaba
de la voz, clara, potente y educada de un José Fors que a pesar de los años,
las pedas, orgías o cualquier otro exceso al que haya tenido acceso como
rocker, no habían apagado ni maltrecho en ningún momento su instrumento, La
Cuca mandaba en ese momento en el Corona Music y llegué a tiempo para
presenciarlo.
Mientras
me dirigía a la entrada del festival pasamos por una marea de gente, autos,
puestos de comida, vendedores de playeras, souvenirs y chácharas para ponerse a
“doc”, para la ocasión, pero hay que ser mañoso para esas cosas, a riesgo de no
encontrar algo que viste que te agrado a la salida, nunca compres a la entra
del concierto, todo lo ofrecen más caro, los vendedores en su mayoría carnales
del distrito y puebla, que normalmente se avientan la gira con el festival,
tienen la capacidad de oler tu nivel de fanatismo sobre la banda que te gusta y
te inflan los precios, pero si te esperas a la salida del evento podrás comprar
lo que quieras a mitad de precio.
Algo
de reconocer para este evento fue la logística de la que viene acompañado el
festival de esta cervecera, quienes hayan tenido la oportunidad de asistir a
conciertos al Dfectuoso no me dejarán mentir al decir que en sedes como El Foro
Sol, El Palacio de Los Deportes, EL Auditorio Nacional o El Metropólitan, la
seguridad es un factor clave para la realización de un evento de esta
envergadura y ya ni se diga de la logística en general, desde los vende cheves
hasta quienes trabajan en el backstage, cosa que nos hace mucha falta en
Tabasco para poder realizar espectáculos de este género.
Antes
de entrar iniciamos una caminata entre chavos, chavas, niños, niñas, papás,
mamás, hijos, hijas, abuelos, abuelas, tíos y tías que venían por su afición o
por qué no hasta de “chaperón” de sus familiares más cercanos, del alguna
manera en esta ocasión se podía parafrasear a otra cervecera que utilizaba como
slógán el “porque la música nos une”.
A
sabiendas que no se podrían pasar cámaras, cinturones o cualquier joyería que
se considerara arma blanca se hicieron 2 filas, una de hombres y otra de
mujeres para hacer las respectivas revisiones, con short de bolsas múltiples la
experiencia fue algo chocante pero pensé: ni pex es la chamba de este cuate.
Una
vez dentro y siguiendo el ritmo de la música de La Cuca nos instalamos, mi
hermano, su cuñada y su sobrino, en un lugar que nos mantenía alejados de las
oscuras profundidades del mar de gente, en donde meterse a bucear era una
experiencia solo para aventureros, quienes ya habíamos visitado ese infierno
sabíamos que lo mismo te llovería cheve que agua de riñón, que lo mismo le
agarrarían una nalga a la chica que acompañaras o a ti mismo, que tendrías que
golpear el condón que pasaría volando por encima de tu cabeza y que hasta
posiblemente tendrías que entrarle al slam para encajar en la tribu de aquellos
nativos que bajo en influjo de un brebaje de cebada y uno que otro porro te
desterrarían al negarte a entrar a la ceremonia del Rock.
Así
que pensamos, mejor desde lejitos que total para eso estaban instaladas
pantallas de manera estratégica que nos permitían gozar de acercamientos de
primera calidad de nuestros artistas favoritos.
TOÑO VARGAS (IZQ.) Y LALO VARGAS (DER.) EN EL CORONA MUSIC |
Las
redes sociales se hicieron presentes de manera preferente con el Twitter con el
hastag #LoMejorDelCMF con mensajes enviados por asistentes al con cierto en
tiempo real reproducidos en “scrolls” que aparecían en las pantallas, aún no
entiendo cómo muchos pudieron lograr subir algo a la red ya que en el caso de
quienes me acompañaban y de un servidor, los celulares se quedaron sin señal
durante todo el tiempo que estuvimos en el concierto, y no había llamada,
mensaje o twitt que entrara y saliera, era como si hubiésemos entrado al
Triángulo de las Bermudas, la Zona del Silencio o la Dimensión Desconocida.
Continuará...
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