domingo, junio 09, 2013

HARAKIRI: CORONA MUSIC FEST TABASCO 1ra. PARTE


“Que Viva El Rock And Roll”
ALEX LORA, El Tri.







Lo esperaba como agua de mayo, El Corona Music Fest había prometido venir a Villahermosa con un cartel muy llamativo para el público conocedor, bandas legendarias en diferentes tiempos de la historia del Rock Nacional, La Cuca, El Gran Silencio y Los Caifanes, era imperdonable perderse ese concierto así que me prometí a mi mismo dejar mis prejuicios de padre de familia treintañero que, ahora, vive bajo ese sistema que de más joven gritaba a los cuatro vientos que nunca lo iba a doblegar, y que ahora mantiene a mi familia y alimenta mis sueños de burguesía inalcanzable.

Cuando el tiempo le pasa al cuerpo la factura de los años de excesos, así hayan sido pocos, uno le piensa irse a meter a un evento en donde le doblas la edad a la banda que asiste, aunque para ser realistas sabes que también tu generación va a estar allí, tal vez con kilos de más, con menos cabello, con tatuajes decolorados por el tiempo, agarrados de la mano con sus esposas, esposos o hijos tal vez, pero fieles a lo que el corazón no deja callar, el amor al Rock, la necesidad de sentirte en libertad, porque eso es lo que se siente cuando unes tus alaridos junto al de otros individuos que corean al unísono las rolas que te hicieron reír, llorar, odiar y amar.

Si bien las puertas del evento estarían abiertas desde las 16:00 horas, la experiencia acumulada de viejos eventos tanto en el estado como en el DF aconsejaban prudencia al por mayor, un concierto de reencuentro de los Héroes del Silencio nos enseñó que el cansancio acumulado en pies, piernas y espalda, después de 8 horas de espera es una tortura que se puede evitar si se usa el sentido común, así como dicen que más no siempre es mejor, en los toquines estar hasta adelante no siempre resulta ser una experiencia muy agradable, sobre todo cuando estás frente al escenario y minutos después el poder de un tsunami humano te relega hasta la parte más alejada del mismo creando en ti un estado de confusión e incredulidad al darte cuenta que democráticamente haz sido expulsado del área de los fanáticos más aguerridos, lugar reservado solo para los más fuertes.

Por eso me permití llegar, “tarde”, por así decirlo, y cuando bajaba del auto de mi cuñada que amablemente me había dado el aventón hasta el Estacionamiento del Parque Tabasco, escuché los estridentes acordes de una banda que se acompañaba de la voz, clara, potente y educada de un José Fors que a pesar de los años, las pedas, orgías o cualquier otro exceso al que haya tenido acceso como rocker, no habían apagado ni maltrecho en ningún momento su instrumento, La Cuca mandaba en ese momento en el Corona Music y llegué a tiempo para presenciarlo.

Mientras me dirigía a la entrada del festival pasamos por una marea de gente, autos, puestos de comida, vendedores de playeras, souvenirs y chácharas para ponerse a “doc”, para la ocasión, pero hay que ser mañoso para esas cosas, a riesgo de no encontrar algo que viste que te agrado a la salida, nunca compres a la entra del concierto, todo lo ofrecen más caro, los vendedores en su mayoría carnales del distrito y puebla, que normalmente se avientan la gira con el festival, tienen la capacidad de oler tu nivel de fanatismo sobre la banda que te gusta y te inflan los precios, pero si te esperas a la salida del evento podrás comprar lo que quieras a mitad de precio.

Algo de reconocer para este evento fue la logística de la que viene acompañado el festival de esta cervecera, quienes hayan tenido la oportunidad de asistir a conciertos al Dfectuoso no me dejarán mentir al decir que en sedes como El Foro Sol, El Palacio de Los Deportes, EL Auditorio Nacional o El Metropólitan, la seguridad es un factor clave para la realización de un evento de esta envergadura y ya ni se diga de la logística en general, desde los vende cheves hasta quienes trabajan en el backstage, cosa que nos hace mucha falta en Tabasco para poder realizar espectáculos de este género.

Antes de entrar iniciamos una caminata entre chavos, chavas, niños, niñas, papás, mamás, hijos, hijas, abuelos, abuelas, tíos y tías que venían por su afición o por qué no hasta de “chaperón” de sus familiares más cercanos, del alguna manera en esta ocasión se podía parafrasear a otra cervecera que utilizaba como slógán el “porque la música nos une”.

A sabiendas que no se podrían pasar cámaras, cinturones o cualquier joyería que se considerara arma blanca se hicieron 2 filas, una de hombres y otra de mujeres para hacer las respectivas revisiones, con short de bolsas múltiples la experiencia fue algo chocante pero pensé: ni pex es la chamba de este cuate.

Una vez dentro y siguiendo el ritmo de la música de La Cuca nos instalamos, mi hermano, su cuñada y su sobrino, en un lugar que nos mantenía alejados de las oscuras profundidades del mar de gente, en donde meterse a bucear era una experiencia solo para aventureros, quienes ya habíamos visitado ese infierno sabíamos que lo mismo te llovería cheve que agua de riñón, que lo mismo le agarrarían una nalga a la chica que acompañaras o a ti mismo, que tendrías que golpear el condón que pasaría volando por encima de tu cabeza y que hasta posiblemente tendrías que entrarle al slam para encajar en la tribu de aquellos nativos que bajo en influjo de un brebaje de cebada y uno que otro porro te desterrarían al negarte a entrar a la ceremonia del Rock.

Así que pensamos, mejor desde lejitos que total para eso estaban instaladas pantallas de manera estratégica que nos permitían gozar de acercamientos de primera calidad de nuestros artistas favoritos.




TOÑO VARGAS (IZQ.) Y LALO VARGAS (DER.) EN EL CORONA MUSIC



Las redes sociales se hicieron presentes de manera preferente con el Twitter con el hastag #LoMejorDelCMF con mensajes enviados por asistentes al con cierto en tiempo real reproducidos en “scrolls” que aparecían en las pantallas, aún no entiendo cómo muchos pudieron lograr subir algo a la red ya que en el caso de quienes me acompañaban y de un servidor, los celulares se quedaron sin señal durante todo el tiempo que estuvimos en el concierto, y no había llamada, mensaje o twitt que entrara y saliera, era como si hubiésemos entrado al Triángulo de las Bermudas, la Zona del Silencio o la Dimensión Desconocida.


Continuará...



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